Después del sol.

1."

Se siente como la gravedad.

Comienza a contar pasos en esa dirección, el verde césped roza con cuidado sus pies descalzos y la brisa, que trae consigo dulces, salados y confusos pero agradables aromas impregna su nariz causando suspiros de paz y tranquilidad, a la pequeña niña que va creciendo mientras avanza. Que juega con su cabello a la vez que este se mese en el viento al igual que su falda, sus delicadas manos parecen danzar y sus pies obedeciendo a sus pensamientos y continúan su andar, en la misma dirección.

El pueblo de Novadon es conocido por sus historias, su música, colores y olores, a madera, a mar, a la tierra mojada del lago, a pan recién horneado, a libros viejos y a flores frescas. Los habitantes, cada uno como todas las mañana a su labor, el señor Park ofrece a todos sus dulces acabaditos de hacer e invita a los recién llegados a pasar a su cafetería, la señorita Clara vociferando desde la puerta de su floristería presumiendo de los mejores tulipanes y las más frescas rosas de todo el lugar, el anciano Morgan, sentado cruzado de pies fuera de su librería, sosteniendo en su mano derecha el mismo libro de todos los días y la segunda limpiando sus lentes con la esquina de su camisa, como de costumbre.

Los niños corriendo sin cesar de un lado a otro, el estremecedor golpe del campanario marcando las 12:00 y las olas del mar entrando en contacto con el muelle...

Es satisfactorio.

Desde que tengo uso de razón, cada detalle, siguen intacto a cómo lo recordaba. Es agradable regresar después de diez largos años.

Para ella, regresar a donde nació y se crió, abandonar el bullicio, el continuo movimiento y el gentío de la ciudad en estos momentos era la excusa perfecta y a la vez algo necesario, todo debido a su "ansiedad creativa" para poder regresar y continuar con su trabajo, descansar y pensar en positivo es necesario para que las ideas fluyan y su creatividad renazca una vez más.

Solo cinco meces... solo ese tiempo.

— que fastidio, necesito dejar de pensar tanto —frunce el ceño bruscamente al cerrar los ojos, acto seguido coloca sus dedos pulgar e índice sobre su entrecejo, para luego, deslizarlos hacia cada lado en un intento de cambiar sus fracciones faciales de estrés y agobio, respira hondo dejando escapar algo de peso y se sienta sobre las frías, y aún algo mojadas tablas del muelle frente al mar.

No podré hacerlo...

— necesito algo que me motive, regresar a aquí ayudará positivamente, o al menos eso espero —apoyada sobre sus manos, y estás a su espalda, mueve sus pies hacia delante, luego hacia atrás, permitiendo que sus dedos toquen sutilmente el agua debajo de estos.

— ¿estás hablando sola? —interrumpe de la nada, una voz masculina a su espalda, acercándose lentamente sacando a esta de su distracción.

— perdón. ¿Quien eres? —pronuncia al abrir los ojos y notar la presencia de un ser extraño parado a su lado.

— ¿estabas hablando sola? —dijo por segunda vez, pero sin mirarla, se acomoda a un lado con total libertad dejando dos tablas de por medio.

— ¿quien lo pregunta? —elevó una de sus ceja y encajó los ojos sobre el atrevido, individuo que parecía no notar la incomodidad de ella con su presencia. Pero al mismo tiempo, curiosa, sin hacer ningún movimiento notable o sospechoso, intenta ver más allá de unas telas finas color café que cubren el rostro del mismo cuando se mueven con suavidad por la brisa.

— respuesta incorrecta. —se apoya también sobre sus manos imitando la posición de la chica. Esta, lo repara nuevamente de arriba a abajo, dejándole claro con la mirada, lo molesta e inquieta que se siente con su no autorizada presencia— Que frustrante —rezonga y hace presión en sus ojos, segundos después los abre y voltea a verla juzgando su actitud descontenta antes de hablar— tus vibraciones negativas se alcanzan a notar por encima de tu ropa, tu aura ahora mismo es completamente negra. Me molesta.