Prólogo

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—No puedo hacer esto, Félix. Quiero salirme. Salir de este mundo.
Escapar de mi matrimonio arreglado.

Las palabras pronunciadas por su hermana Olivia, lo comenzaron todo.

Le llevaron a su primera traición a Hyunjin. No lo vio como una traición en aquel entonces.

Solo quería ayudarla, no traicionar a su alfa.

Aun así, cuando tomó la decisión de ayudarla a escapar, supo que tendría que ir en contra de él.

Traición.

Los miembros de la mafia siempre eran rápidos para llamar traición a cualquier palabra de objeción. Se suponía que los omegas debían aceptar como ley la palabra de sus alfas, porque estaba casado con el nuevo líder.

Pero proteger a su familia, a sus hermanas y hermano, proteger a los que amaba contra las duras realidades de la vida de la mafia a veces hacía difícil el obedecer.

Pensó que Hyunjin lo entendería, pensó que su amor podría desafiar cualquier cosa. Pero Hyunjin no era un hombre que alguna vez se hubiera permitido confiar o amar a nadie; hasta él. Tal vez siempre había sido cauteloso con sus emociones.

Tal vez siempre había esperado que algo le probara que era correcta su cautela.

Y él se lo había justificado.

Hwang Daehyung, un alfa de caracter rudo y paranoico, le enseñó a sus únicos hijos, Changbin y Hyunjin, muchas lecciones, todas ellas destinadas a hacerlos fuertes y despiadados para las tareas que se esperaban de ellos como alfas puros. Hyunjin lo odiaba, lo había odiado toda su vida, y odiaba que demostrara tener razón con la única lección sobre la que quería que estuviera equivocado:

—El amor es una debilidad, Hyunjin.
Es capaz de hacer caer de rodillas hasta al alfa más fuerte. Los omegas son débiles, y hacernos creer que podemos amarlos es su manera de manipularnos porque es la única forma en que ellos tengan poder. No dejes que un omega tenga ese poder sobre ti. Serás el próximo líder. Un líder no puede permitirse ninguna debilidad.

Sin embargo, Félix, su omega, le hizo creer que esas palabras eran una mentira.

Con sus sonrisas amables, sus ojos inocentes y su belleza sin igual, lo atrajeron he hicieron caer en su trampa.

Todavía recordaba ese maldito día...

Flashback.

—Eres bueno, Félix. Eres inocente. Te obligué a esto. —Félix había recibido una bala por él, había arriesgado su vida para salvar la suya. Su vida, que valía mucho menos que la de él.

Sus ojos cafés sostuvieron la mirada de Hyunjin. Esos ojos, siempre llenos de tantas emociones que apenas podía entender.

—No lo hiciste, Hyunjin. Nací en este mundo. Elegí quedarme en este mundo. Nacer en nuestro mundo significa nacer con sangre en nuestras manos. Con cada
respiración que damos el pecado queda grabado aún más profundamente en nuestra piel.

Niega con la cabeza.

—No tienes elección. Ninguna manera de escapar de nuestro mundo. Tampoco tenías elección al casarte conmigo. Si hubieras dejado que esa bala me matara, al menos habrías escapado de nuestro matrimonio.

—Hay pocas cosas buenas en nuestro mundo, Hyunjin, y si encuentras una, te aferras a ella con todas tus fuerzas. Eres una de esas cosas buenas de mi vida.

¿Cómo podía decir algo así? Mató a tantos, y lo disfrutaba. Si había un cielo y un infierno, no había duda de dónde terminaría.

—No soy bueno.

—No eres una buena persona, no. Pero eres bueno para mí. Me siento seguro en tus brazos. No sé por qué, ni siquiera sé por qué te amo, pero lo hago, y eso no cambiará.

Cerró sus ojos ante el amor en su mirada. Félix le amaba. Se lo había dicho antes. No estaba seguro de cómo podía después de todo lo que le había visto hacer, y ni siquiera era lo peor. Todavía estaba ocultándole eso.

—El amor es un riesgo en nuestro mundo y una debilidad que un hombre no puede permitirse —murmuró. Una verdad que creyó durante toda su vida. Una verdad por la que vivía. Una verdad que pensaba llevarse a la tumba consigo.

—Lo sé —susurró, resignado.

¿No sabía lo que sentía? ¿No podía verlo? Incluso Changbin lo sabía, aunque había intentado ocultárselo a él, a todos.

Le miró fijamente, con el pecho apretado por las emociones que lo asustaban terriblemente. Le aterraban, incluso si ya nada realmente podiese asustarlo.

Había sobrevivido a la tortura y al dolor insoportable, lo habían torturado e infligido dolor a sí mismo, había visto morir a tantos, había matado a muchos de ellos, y aquí estaba, asustado de sus propias emociones.

—Pero no me importa, porque amarte es la única cosa pura en mi vida.

Félix se congeló, con los ojos llenos de lágrimas. Llorar y rogar nunca le había ablandado el corazón, pero con Félix siempre apelaban a una parte de sí que
no sabía que existía.

—¿Me amas? —preguntó con los ojos llenos de esperanza e incredulidad.

—Sí, incluso si no debería. Si mis enemigos supieran cuánto significas para mí, harían cualquier cosa para ponerte las manos encima, lastimarme a través de ti, controlarme al amenazarte. Ellos sin duda lo intentarían. Cuando me convertí en un miembro de la mafia, juré poner a la familia en primer lugar, y reforcé ese mismo juramento cuando me convertí en el jefe de la mafia, aunque sabía que estaba mintiendo. Mi primera elección siempre debería ser la familia. Pero tú eres mi primera elección, Félix. Arrasaré el mundo si tengo que hacerlo. Mataré, mutilaré y chantajearé. Haré cualquier cosa por ti. Tal vez el amor es un riesgo, pero es un riesgo que estoy dispuesto a asumir y, como dijiste, no es una opción. Nunca pensé que lo haría, nunca pensé que podría amar a alguien así, pero me enamoré de ti. Luché contra eso.

Y es esa la primera batalla que no le importó perder.

Y maldita sea, esas palabras habían sido la verdad. Había pensado que eran ciertas. Puso a Félix en primer lugar, lo protegió, le permitió cosas que su familia había desaprobado. Habría hecho cualquier cosa por él, y maldición, le había traicionado.

Traicionó su amor y confianza.

Amor.

Una debilidad.

Una debilidad que ya no se permitiría.

Trust me again. [Ver. Hyunlix]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora