Capitulo uno

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Pasado.

Su hombro aún dolía ocasionalmente cuando movía el brazo demasiado rápido, pero el doctor había retirado las suturas ayer y le había dicho que el dolor pronto desaparecía por completo.

Tocó la cicatriz roja debajo de su clavícula. Todavía estaba sensible.

Era su primera cicatriz.

Hyunjin apareció detrás de él, cerniéndose más de una cabeza por encima suyo, y apoyó sus manos ligeramente sobre sus hombros, sus ojos grises oscurecidos por la ira cuando se asentaron en la cicatriz.

Estaba completamente desnudo como Félix después de la ducha, pero su cuerpo estaba cubierto de innumerables cicatrices.

Evaluó su rostro, preguntándose si tal vez le molestaba que ya no fuera perfecto. Los miembros de la mafia, -mayormente los alfas- llevaban sus cicatrices como testimonio de su valentía; y no había persona más valiente que Hyunjin.

Pero Félix es omega; un omega entregado por su belleza.

—El doctor dijo que se atenuará —susurró con cautela.

Hyunjin levantó los ojos para encontrarse con los suyos en el espejo, sus cejas oscuras frunciéndose. Le dio la vuelta y levantó su barbilla.

—Félix, me importa una mierda si se atenúa o no. La única razón por la que me molesta tu cicatriz es porque me recuerda que arriesgaste tu vida por un imbécil como yo, y esa es en realidad la última cosa que deberías considerar hacer.

—Lo haría de nuevo —dijo sin dudarlo.

Hyunjin le tomó de la cintura y le alzó sobre el lavabo.

—No —gruñó, atrayendo su rostro hacia el del menor. Sus ojos ardían de ira, cualquier otro se habría encogido bajo su fuerza, pero Félix no—. No, ¿me escuchaste? Esa es una puta orden.

—No puedes darme una orden como esa —respondió suavemente el omega.

Soltó un suspiro áspero.

—Puedo y lo hago. Como tu jefe y como tu marido. No arriesgarás tu vida por mí nunca más, Félix. Júralo.

Lo miró fijamente. Quizás pensando que era tan fácil como eso. Hyunjin estaba acostumbrado a controlar a todos a su alrededor, acostumbrado a que sus hombres obedecieran cada una de sus órdenes, pero incluso él tenía que darse cuenta que algunas cosas estaban fuera de su control, que incluso su poder tenía límites.

—Félix, júralo. —Habló con su voz de mando, la voz que hacía que sus hombres lo siguieran y hacía que sus enemigos se acobardaran de miedo.

Mas el pequeño omega se negó a ceder.

Envolvió su mano alrededor de su cuello, jugando con su cabello negro, y frotó sus labios sobre los suyos.

—No.

Sus ojos se endurecieron.

—¿No?

—No. ¿Nunca antes has escuchado la palabra? —preguntó burlonamente a medida que repetía las palabras que le había dicho en su noche de bodas.

—Oh, la escucho a menudo —dijo, representando su parte.

La cara de Félix se rompió en una sonrisa, pero la suya permaneció dura.

—Félix, hablo en serio.

—También yo, Hyun. Protejo a las personas que amo. Tendrás que aceptar eso.

Sacudió la cabeza.

—No puedo porque actúas sin pensar cada vez que actúas por amor.

Se encoge de hombros.

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⏰ Última actualización: May 25 ⏰

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