Tierra a la vista

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Hubo una época de mi vida en que Aurelia en mallas deportivas era un problema para mí, en serio dentro de las miles de erecciones indeseadas que he sufrido en mi vida sobre todo en clase las que podía a llegar a causarme esa persona en esa situación era un problema serio y más entonces cuando me daba tanta verguenza reconocerlo por la humillación que suponía. Es hasta divertido lo indiferente que es a cuantos sueños húmedos inoportunos ha encarnado. Ahora con 23 años viéndola tropezar con una pelota de yoga unas veinte veces no entendía cómo antes podía excitarme su imagen torpe en esa situación que había romantizado, uno no es consciente de lo alborotadas que tiene las hormonas hasta que revive algunos de sus momentos entendiendo la poca sensualidad en ellos.

-Venga un burpee más.

-Estás disfrutando con esto-chilló empapada en sudor-joder me meo.

-Pues haber ido en el descanso.

-Por piedad.

-¿Qué tiene que ver tu amiga?-pregunté extrañado.

-Me refiero a piedad en el sentido de misericordia, imbécil.

-No hay piedad ni misericordia en el ejército.

-Eres un imbécil y un cretino y un gilipollas y un...-dijo con voz entrecortada por el esfuerzo volviendo a hacer el burpee.

Aurelia necesita insultar a alguien cuando entrena, lo sé desde que le vi gritándole a Patri Jordan en el ordenador por primera vez en su casa. Así que, aunque tenía ganas de decirle de todo por sus insultos y devolverselos, también sabía que debía contenerme porque de ella depende mi futuro y si ese es su método tendría que seguirlo para que diera sus frutos. De este modo, al menos, tenía una excusa para explotarla y desahogarme con ello. Si me insultaba era más fácil seguir teniéndola al margen.

-Fin, tienes un tiempo para descansar hasta que empecemos. Buen calentamiento.

-¡Calentamiento!-chilló tirándose al suelo-He estado una puta hora.

-Yo no hago las normas solo las sigo.

-Mentira. Lo estás haciendo a posta-suspiró cansada.

-Anda tomatita que ya tendrás tiempo de quejarte.

Fue al baño y yo la seguí no muy lejos pues al lado del baño de chicas estaba el lugar donde guardábamos el equipamiento deportivo. Y sin querer escuché algo que no debía pero la tentación fue demasiado grande como para no seguir poniendo la oreja. Una conversación por teléfono de lo más jugosa

-Sí, las fechas puede que coincidan por eso estoy tan preocupada-respondió cansadamente./Pues no sé de cuál de los dos, ¿eso importa?-preguntó incómoda./Sabes qué tipo de relación tenemos así que pensé que eso no sería un problema./Sí, son solo dos semanas pero tengo miedo Dante./Sí puede ser que esté estresada y por eso no me ha bajado pero ¿y si no es así?/ No te pongas así cariño soy yo quien debería estar nerviosa./No sé qué cojones hacer.

Me alejé sintiendo ganas de vomitar no queriendo escuchar nada más. Todo apuntaba a que quizá estuviese embarazada y la verdad el hecho de que fuese una persona capaz de reproducirse era algo que a veces olvidaba porque nunca imaginé que eso pudiese pasar cuando me acostaba con ella. Claro que usábamos precaución pero me refiero a que ni siquiera nos planteamos qué pasaría si tuviéramos niños. A veces olvido que quizá nosotros ni lo visualizamos porque Aurelia sólo tenía 17 años y yo 18 joder. Sentí ganas de llorar al recordar lo mucho que bromeaba Ale acerca de que algún día podríamos hacer como Timón y Pumba y adoptar un leoncito como hijo, bromeando acerca de que Aurelia podía ser nuestro vientre de alquiler...y ahora ella va a tener un hijo.

Sacudí la cabeza, ni siquiera es nada seguro. Y ojalá fuera un puto susto porque si se quedaba premiada la posibilidad de que apruebe sus exámenes es muy lejana y lo complicaría todo. Tendrían que retrasar sus exámenes en el mejor de los casos y un parto tiene grandes efectos en un cuerpo y el suyo ya de por sí tiene mala forma física. Encima es muy chiquitina, tan bajita, tan delgaducha como se ha quedado es que joder todas las posibilidades suenan mal.

LA GUERRA ENTRE NOSOTROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora