Consolar

71 4 0
                                    

El viento soplaba, no estaba húmedo, ni cálido, tampoco te calaba en los huesos para huir de él, era fresco, casi otoñal; Del viento que se lleva las hojas con ligereza, y te revuelve los cabellos con gracia

—No tuviste que pasar por todo eso—Soltó, intentando romper la distancia entre ellos

En cuanto Mía notó esta acción retrocedió, su sonrisa desvanecía pues ya no tenía el control de nada, lo que parecía divertido ahora era con un tono asquerosamente azul. Kawaki le indicó con un gesto que subiera a la camioneta y esta frunció el ceño mirando a Sarada y luego en dirección a él, no entendía lo que le quería decir, ¿Acaso le estaba diciendo que los dejara solos? ¿Qué ella ocupaba un segundo plano en esta historia? ¿Qué importaba más el dolor de la pelinegra a lo que ella sintiera?

Y aquellas palabras dedicadas a su tristeza, parecían ser arrastradas por el mismo viento que se las hizo llegar en aquella ocasión, pero esta vez a los oídos correctos. Aquellas letras ya no se sentían tan propias como la primera vez que se lo dijo, ahí fue cuando la esfera de cristal se rompió: Él no era tan suyo como pensó. Era agrio escuchar la dedicación hacia otra persona que no fuera ella, callarse los celos y recitar un mantra de tranquilidad intentando darse conforte. La batalla interna a penas comenzaba, coloco un rostro ofendido pero el ceño fruncido fue desapareciendo al notar a aquella chiquilla.

No puso ningún pretexto para quedarse, sabía que no querría escuchar lo que vendría a continuación porque ella perdería en todos los sentidos posibles. Y si se quedaba más tiempo, corría con el peligro de empatizar con la situación ajena, porque con tan solo echarle una mirada a aquella pelinegra veía la fragilidad que alguna vez se incorporó en ella. ¡Pero que pensaba! Ella no debería sentir lastima, no debería tener sentimiento alguno, ella era...era alguien del pasado.

Se suponía que su trabajo era evitar que Kawaki tuviera sentimientos por ella, ese fue el acuerdo, mantenerlo alejado de los pedazos que quedaron en aquella relación para que no recayera nuevamente. Era el propósito que se le había encomendado y ahora ¿Él rompía el pacto como si nada?

Era egoísta querer solo la atención de Kawaki para ella, querer alejarlo de su pasado, de aquella persona que le había causado daño, pero su terapeuta lo había dicho, él no era una especie de salvador o superhéroe que estaba ahí para rescatarla, solo fue una vía de escape y ella hacía lo que fuese para complacerlo, ya que se había acostumbrado a ello con Jigen.

Odiaba el hecho de que Jigen aún tuviera poder sobre ella, odiaba solo centrarse en el dolor ocasionado cuando las similitudes pasaban al lado de ella y devoraban su cuerpo, paralizando cada centímetro desde los pies, hasta el último cabello en ella, su corazón buscaba un escape y su garganta se secaba evitando mencionar palabra alguna para su auxilio.

Los observó soltando las lágrimas, impotente por no saber accionar, confundida ante las acciones de este y tambaleante ante la pelinegra, no, ella no podía sentir una conexión, no debería querer abrazarla y decirle que la entendía ¡Ella era la competencia! Ella le estaba robando la atención de Kawaki cuando no debería ser así, debería bajar, hacer un escándalo, reclamar su lugar y decirle que ella es la ex, cuya cercanía debería ser ausencia, donde las palabras no pueden ser recibidas en ambos lados y la ignorancia sobre sus vidas debería fluir en una constancia acordada. Así que contemplar esta escena le quemaba, la envidiaba con su ser ¿Por qué no podía tener un ex normal? Alguien que no la hiciera mi/erda hasta en los sueños, ni la atormentara en las mañanas perfectas, pese a que las olas chocaban contra su puerta, veía el rostro de Jigen con una inquietante sonrisa que no delataba emoción alguna, puesto que era la misma para cuando estaba furioso o contento, el sonido la sobresaltaba, y la imagen venía a ella como vil relámpago en una tormentosa noche.

La propuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora