conflictos internos

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Metete dentro de mi piel, presiona mi cuerpo hasta el borde, hazme incapaz de hablar y nunca digas que me amas.

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Me abrace con fuerza a la almohada, mis gemidos a medias junto con unas palabras difusas de mi acompañante eran lo único que percibí, claro, sin contar las múltiples sensaciones en mi cuerpo.

Sus dedos preparando mi entrada y su lengua pasando por mis hombros, tomando para si el sudor que salía liberado de cada uno de mis poros, tocando las marcas antes hechas, estaba perdido en una bruma tan difusa que no tenía ni la más mínima idea de como había llegado a esto.

Mi cabeza fue arrancada de la almohada por la correa que se mantenía en mi cuello, un chillido salió de mi garganta más claro de lo que disfrutaría pensar nunca.

─ ¿a quien le perteneces bonito? ─ su voz en mi oído era tan grave y Jadeante, tal y como si se estuviera conteniendo, haciéndolo todo tan estúpidamente lento solamente para hacerme rogar.

¡Tuyo! S-solo tuyo ─ respondí en un grito cuando simuló una estocada con sus dedos.

Parecía que me estaba devorando con cada acción, sin importar que tan insignificante fuera sentia como si fuera su presa, y lo peor de todo, no me desagradaba esa idea.

Me dejó caer el la almohada de nuevo, antes de siquiera poder reaccionar al golpe amortiguado un grito más alto salió de mi garganta. Un tercer dedo había ingresado de sorpresa en mi interior.

─ Esa respuesta es muy vaga muñeco ─ la malicia resbala en medio de su tono, aun no me explicó como llegue a esta situación.

Quería meditar más en eso, de verdad que si, pero su mano sobre mi hombría bloqueando mi liberación fue demasiado abrumador como para pensar en cualquier cosa.

P-por favor... d-dejeme... l-llegar ─La suplica salió de mis labios antes de siquiera darme cuenta, esto es vergonzoso.

─ Que lindo chico, ¿será que mereces una corrida?

Mis mejillas se humedecieron, pesadas lágrimas callendo de mis mejillas, con la necesidad a tope asentí y susurre un delicado si entrecortado.

─ ¿enserio? No se si creerte  ─ ante sus palabras un sollozo lastimero salió de mis labios, uno que fue completamente opacado cuando la lengua de él tocó la punta de mi polla. Estaba en mi límite. ─ Te creeré... Si dices mi nombre, satoru. ─ menciono en una voz baja y seductora, su aliento caliente chocando en mi vientre poniéndome los pelos de punta.

¿Su nombre? No lo se, no había podido verlo bien y no recuerdo quien es.

─ Satoru, perderé la paciencia Satoru ─ su lengua volvió a pasar, esta vez por el falo y su insufrible dedo bloqueaba mi corrida esta vez desde la punta, el dígito que me bloquear de mi alivio humedecido creando un efecto que nunca poder describir. ─ vamos muñeco, di el primer nombre que te llegue a la mente.

Cuando Hace FrioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora