Capítulo 54: Deseo

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En la fresca mañana, mientras el sol comenzaba a iluminar las calles de la ciudad, Dulce se levantó con un solo pensamiento en su mente, sabía que la jornada laboral de Christopher iniciaría temprano, por eso decidió alistarse meticulosamente. Escogió un conjunto elegante pero cómodo, consciente de que la jornada en la oficina con él podía extenderse más allá de lo previsto. Sin embargo, su motivación iba más allá de simplemente acompañar a Christopher a la empresa. Había una razón especial que la impulsaba a estar presente en la oficina esa mañana. Dulce anhelaba ver a Sofía, su gran amiga y confidente. Esperaba con ansias poder compartir unos minutos de charla con ella. Pero eso no era todo lo que ocupaba la mente de Dulce en esa mañana agitada. Entre los múltiples pendientes de Christopher, se encontraba la tarea de finalizar la compra de los muebles para su nueva casa. Era un momento emocionante para ambos, pues significaba el inicio de una nueva etapa en sus vidas juntos. La casa aún estaba en proceso de ser decorada, y Dulce había confiado en la ayuda de Anahí, la hermana de Christopher, para encargarse de ello.

Anahí había demostrado tener un excelente criterio para la decoración de ambientes, y Dulce estaba emocionada por ver el resultado final. Habían pasado horas eligiendo colores, muebles y detalles que reflejaran la personalidad de ambos. Sin embargo, mantenían todo en secreto para sorprender a Christopher. La idea de ver su reacción al descubrir la sorpresa llenaba a Dulce de alegría y emoción.

Así, con el corazón lleno de expectativas y una lista de tareas por cumplir, Dulce se preparó para enfrentar el día. Sabía que sería agotador, pero también estaba consciente de que cada momento valdría la pena.

Después de un hermoso desayuno en familia, ambos llevaron a Luna al colegio y en unos minutos más ingresaron a la oficina de la mano, Mientras caminaban hacia la oficina, Dulce se sintió reconfortada por el apoyo de Christopher. El momento en que cerraron la puerta de la oficina fue como un instante suspendido en el tiempo. Dulce se apoyó delicadamente sobre la puerta, sintiendo el peso de la jornada que los empezaba a rodear, pero también el alivio de tenerlo a su lado. Con un gesto sutil, lo atrajo hacia sí, buscando la cercanía que solo él podía brindarle.

Christopher se acercó a ella, comprendiendo el anhelo de ambos por ese momento de intimidad. Con sus manos apoyadas en la puerta encerró su cuerpo acorralándola mientras se miraban profundamente a los ojos, como si en ese instante pudieran leerse el uno a otro sin necesidad de palabras en ese pequeño rincón de la oficina, rodeados por la calma que solo su complicidad podía brindarles. Los ojos de Dulce brillaban con una intensidad que reflejaba un deseo que había estado latente durante toda la semana de separación. Cada día sin la cercanía de Christopher había sido como una eternidad para ella, anhelando el momento en que pudieran volver a estar juntos, cuerpo a cuerpo, alma a alma.

El viaje que Christopher había emprendido, aunque necesario, había creado una brecha entre ellos que Dulce había sentido profundamente. Había extrañado su presencia, su risa, su calor. Y ahora que finalmente estaban reunidos, su anhelo por conectarse más profundamente con él era palpable. Como si fuera una chispa lista para encender una llama, ella deseaba avivar la pasión y el amor que siempre había compartido con Christopher. Quería sentirlo cerca, envolverlo con su ternura y su deseo, y dejar que esa conexión íntima los inundara por completo. Con sus miradas entrelazadas y sus cuerpos tan cerca que podían sentir el calor mutuo, estaba lista para dejar atrás la distancia física y reavivar la pasión que los unía. Era como si cada célula de su ser clamara por esa unión, por ese encuentro que trascendiera cualquier obstáculo que hubieran enfrentado. Y en la mirada de Christopher, encontró la respuesta a su deseo. En sus ojos, vio el reflejo del mismo anhelo, la misma necesidad de conexión y amor. Entonces rompió el silencio comenzando un juego de seducción cargado de promesas.

- Ya te extraño y todavía no alcanzo a irme... - susurró mientras le sonreía seductoramente, apoyo sus manos en su pecho sin apartar su mirada de sus ojos.

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