0. | Prólogo

48 7 9
                                    

NOAH


.

Me encontraba escapando de los policías. Estaba muy herido. Me habían disparado en una de mis rodillas, además de que tenía varios moretones en mi cuerpo ya que recientemente me había peleado con un grupo de mafiosos.

Porque si, soy un narcotraficante. Me dedico a producir y traficar drogas.
También suelo ayudarle a mi amiga Donko a vender órganos en el mercado negro.

Y hablando de ella...

— Aquí estás Noah. Vine lo más rápido que pude. ¡¿Porque no me avisaste que ibas a colarte al escondite de ese tipo?! ¡Pudiste haber muerto! .

— Si, lo sé, fue imprudente de mi parte. ¿Trajiste lo que te pedí? .

— Si. Aquí están la ropa, el alcohol, hilo, aguja y las pinzas. — Explicó mientras me mostraba una mochila de color negro. — En lo que tú te cambias y te tratas las heridas yo iré a distraer a los oficiales. Nos vemos en el puente.

— Está bien. Ve con cuidado y no mueras.

— Claro que no. — Sonrió mientras sacaba una pistola. — No soy tú. — Me guiño el ojo y luego se fue.

A lo lejos pude escuchar los disparos de Donko mientras que las patrullas se desviaban.

Esa era mi oportunidad.

De la mochila saqué las pinzas, una sudadera de dinosaurio color verde, un pantalón de mezclilla gastado y una diadema con ojos de rana.

¿Porque? ¡Porque las ranas son geniales!

Me coloqué la sudadera junto con la diadema, luego me quité el pantalón ensangrentado, y sin que nadie me viera, con las pinzas empecé a retirar la bala de mi rodilla con cuidado.

El dolor era insoportable. Eso me gano por querer hacer las cosas solo como el ermitaño que soy.

Me costó, pero al final puede terminar de sacar la bala. Seguido de eso saque el alcohol, hilo y aguja; Me eche un poco de alcohol directo en la herida.

Ahogué un quejido de dolor. Luego inserte el hilo en la aguja y como pude me cosí la herida.

Finalmente me puse el pantalón de mezclilla gastado y dejé tirado el pantalón ensangrentado.

A paso rápido llegue al punte en dónde me reuniría de nuevo con Donko.

Sin embargo no conté con que mi herida se abriera de nuevo.

— Carajo... — Murmuré mientras que, con mi mano, hacia presión en mi rodilla  para que se detuviera la hemorragia.

Empecé a inhalar y a exhalar profundamente para poder soportar el dolor mientras me recargaba de la barandilla del puente.

Seguido de eso sentí un fuerte mareo y me incliné más de la cuenta de la barandilla.

Sentí como mis ojos se comenzaban a cerrar, me sentía cansado, parecía que iba a caerme...

Si no fuera porque sentí un fuerte jalón hacia.

— ¡Oye cuidado! — Alcance a escuchar.

Al instante mi cuerpo reaccionó y automáticamente le di un putazo a la persona que me jaló de forma desprevenida.

• 丅ᗯᎥᔕ丅ᗴᗪ ᔕᗴᑕᖇᗴ丅 •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora