Las Sombras De Charlie

Capítulo 32

Es increíble como podemos cambiar tan solo por ser amados, tan solo por sentirnos queridos. No solo podemos cambiar nosotros, sino que también nuestra vida. Cuando el amor entra por nuestra puerta, nuestra vida cambia por completo, ya que nadie sale del amor como entró. Algunos aprenden, otros agradecen, unos odian y otros avanzan. Pero nadie vuelve a ser como era antes antes de que aquella persona llegara a nosotros. Y yo, yo sé que no volveré a ser como era antes, ahora soy otra, una más fuerte, una más sabia. Me he enfrentado a mi madre, a una odiosa rubia, a los Yagger, a dos gorilas... Pero lo más importante, me enfrenté a mi misma, a mis miedos, a mis limitaciones. Hoy por hoy, sé que puedo con todo. Y así es el amor, nos da la fuerza para avanzar, nos hace creer que con un beso poseemos el mundo en nuestras manos, quizás sea así o quizás no,  pero a muchos nos salva de una muerte en vida, a algunos nos da esperanza, nos da sueños... A algunos por un momento aunque sea pequeño, nos hace creer que no hay nada mejor que un buen amor. Pero un buen amor correspondido, por que cuando no lo es, puede llegar a ser una tormenta eterna. Aunque todos daríamos hasta lo que no tenemos por sentirnos queridos, sin saber que antes de que alguien nos quiera, debemos querernos nosotros mismos.

-Charlie, puedo caminar sola...- le digo cuando una vez más me coge en brazos para llevarme hasta la cama.

- Lo sé, pero mientras yo este a tu lado, no caminaras sola.- dice mirándome con sus penetrantes ojos azules, tan intensos como las estrellas en el oscuro cielo.

Vaya. Una vez más, utiliza metáforas bastante inteligentes para contraatacarme. No se refiere a que cada vez que esté a mi lado me llevará en brazos, se refiere a que siempre que él esté yo nunca estaré sola. Y pensar estar sin su presencia, hace que me estremezca. No imagino que haría sin él, sin sus cambios de humor, sus enfados repentinos, sin su mirada vacía y llena a la  vez, sin su frío, su misterio. Él es todo lo que quiero.

-Tú nunca estarás solo.- le digo mientras me deja en la cama. Se sienta a mi lado. 

- Tienes razón, por que aunque no estés presente, te llevaré conmigo siempre.

Estas palabras, hacen que me ruborice. Bajo la mirada por vergüenza. Aún no me creo que esto este sucediendo, si alguien llegara a decir que "Lauren, la sabelotodo" estaría con Charlie White, todos se echarían a reír como un mal chiste.

- Ahora vístete y bajemos a desayunar.- añade antes de que pueda responder. Yo asiento la cabeza con mucha emoción.

Esta vez  no hay maniquís con vestidos costosos, tan solo abro el armario y esta lleno de ropa nueva de todas las marcas. Quise gritar de la emoción, nunca había visto tanta ropa nueva y que fuera exclusivamente para mi. " Lauren, tranquila, niña", me dice mi fastidiosa vocesilla. Tiene razón, no estoy con Ann, la cuál, si viera todos estos modelitos estaría saltando y gritando. Debo mostrar madurez y cabeza para todo. Después de este corto frenesí, decido ponerme un sencillo vestido rosa de mangas cortas y cuello en V. Charlie fue a la otra habitación, seguro se  ponga uno de sus miles trajes. 

Me maquillo como siempre, intentando ser lo más natural posible, aunque siempre con mis ondas en las puntas, ha sido todo un detalle de Charlie comprarme pinzas para hacérmelas. Mientras me hago las ondas me miro al espejo,  veo lo mucho que he cambiado, y no puedo evitar recordar lo sucedido en el baño. Recordar como Charlie pasaba sus dedos por mi cuerpo mojado y desnudo, provocando que mi piel se erizara como nunca lo había hecho,hace que sienta "mariposas" en mi estomago. Recordar como me besaba el cuello y pasaba su lengua por mi piel, haciendome pequeños masajes, hace que sienta nervios en mi vientre.  No pude evitar recordar como se abalanzó sobre mi salvajemente para estrechar su cuerpo con el mío. Me ruborizo solo al recordar como sentí su erección contra mi cuerpo. Estas sensaciones son tan únicas que son casi completamente indescriptibles.