Capitulo 38⭐

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Los recuerdos son mi mayor enemigo, ya que me dejan al borde de mi abismo personal, solo que ella me dio el puente para no caerme.

-Gabriel Angelis

-Sofía Suárez.

Me siento mareada, aún sigo dopada o está tan dormida que no ciento en que realidad estoy, trato de abrir los ojos para confirmarlo pero no, los siento pesados, igual que mis manos y piernas.

Empiezo a escuchar pasos a dónde estoy, ¿Estoy dormida? Me vuelvo a preguntar, ya que el mareo me está ganando, los pasos se detienen cuando ya están al lado mío, doblo la cabeza en busca de más ruido pero nada, todo quedó en silencio otra vez.

-Me alegro que ya estés despierta-. Escucho la voz de alguien en mi oído, trato de identificar quien es-. Ahora sí vamos a poder hablar con tranquilidad.

Me quitan una vendas de los ojos, «Con razón no veía nada y sentía los ojos pesados», la luz blanca me pega en los ojos, entre cierro los ojos acostumbrándome a la luz, cuando ya estoy lista los abro y empiezo a ver por todos lados y me consigo a Axel apoyado en unas de las paredes del cuarto en el que estoy, yo estoy en el medio del cuarto amarrada una silla.

-Mucha tranquilidad me preocupaba-. Digo con sarcasmo, alzando las manos y viendo que las tengo amarradas-. Ya esto es exageración, deberías ir al psicólogo.

Volteo a ver el cuarto donde estoy por segunda vez, todo está decorado con cosas de bebé, en una esquina está una cuna pero está vacía, en las otras paredes hay una mesa de cambio y un armario donde el esta apoyado, la puerta de salida está al lado de él, saldría corriendo pero estoy amarrada y el tendría chance de agarrarme, tampoco es que podría la droga me tiene dopada las piernas que es muy poco lo que siento en ellas.

-¿Te gusta el cuarto de nuestro hijo?-. Pregunta obviando que aún sigo amarrada.

-¿En qué momento me embaracé y tuvimos un hijo?-. Hablo con incredulidad, me empiezo a poner nerviosa, las manos me están empezando a sudar-. Como ya dije, deberías de ir al psicólogo, mira que te hace falta.

-No necesito ningún psicólogo, te necesito a ti conmigo aquí.

Me empiezo a reír con mucha fuerza, mentira no le veo nada de gracioso a esta situación, solo que los nervios me están ganando ya.

-No sabía que tenías complejo de psicóloga y para rematar complejo de hospital psiquiátrico.

Él se acerca dónde estoy a pasos pequeños, yo me congelo en mi lugar, ya no tengo risa ni nada, solo tengo desesperación a que todo sea un mal sueño y que en cualquier momento voy a despertar.

-Vas a conocer a tu hijo, es muy lindo-. Se para al frente de mí, se agacha y empiezo a quitarme las cuerdas de las piernas, en eso veo un arma que tiene guardada en la cintura, ciento que palidezco y la tensión se me baja.- Es muy obediente también, no creo que te dé mucho dolor de cabeza.

Se para y me agarra de un brazo, no me quita aún las cuerdas de las manos, me jala hacia fuera de la habitación, caminamos por un pasillo un poco largo hasta salir a una sala, todo aquí está limpio y ordenado, parece que todo lo pensó bien ya que paso por una ventada y veo que afuera todo es monte, nada de civilización cerca, el desespero aumenta más, sigo caminado hasta ver una cabecita castaño claro, en un mueble.

-Pensé que era un juego lo que decías-. Mi voz suena débil, ya la verdad no sé cómo sentirme-. Axel para con esto, ¿De dónde sacaste ese niño?

No escucho respuesta de parte de él, solo un gruñido de que me calle y lo hago, juro que si no fuera por la fuerza que él está poniendo para que yo siga caminando y esté parada, ya estuviera en el suelo desmayada.

El adiós que no quiero decir- [Terminada]✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora