Capítulo XIV. Héroe

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Saleth

Kozlov me acaricia el cabello mientras devoro una fresa del tazón que tengo al lado. Muy pocas veces que lo he llamado por su nombre; a él no le gusta mucho, por eso siempre he optado por llamarlo por su apellido.

No hemos hablado nada, simplemente nos hemos dedicado a exitir dentro del silencio. El que Kozlov regresara ha desarmado todo, porque si él pudo encontrarme, ella también puede hacerlo.

— No debiste haberme buscado, Kozlov — le digo sintiendo el pecho apretado —. Ella...

— Saleth, no me importa ella, me importas tú. Francesca puede irse al infierno, es más, puede venir con su ejército y yo estaré aquí esperándola con el mío — me obliga a mirarlo —. Estás bajo mi protección, nadie puede tocarte y lo sabes.

— No quiero que se derrame más sangre inocente por mi culpa, Kozlov. Este es un problema que solo nos compete a ella y a mí — me pongo de pie, temblando.

— No puedes negar lo que eres, Saleth.

— No estoy... ¡Yo no soy una asesina! — vocifero lo más fuerte que puedo para convencerme de ello.

— Francesca está usurpando un lugar que no es suyo y lo sabes. Debes luchar por lo que es tuyo, amor. No dejes que esa perra haga contigo lo que quiera. Eres...

— ¡Basta! — grito con los ojos cerrados —. Basta, Kozlov. No lo digas. No te atrevas.

— Entiendo cómo te sientes, Saleth, pero a veces no podemos escapar de nuestro destino. El tuyo no es la muerte, amor, es otro — me abraza por detrás con dulzura —. Puedo ser tu escudo contra ella, contra el mundo si quieres, solo tienes que pedírmelo y todo lo que tengo estará a tu disposición

— Quiero una vida normal, Kozlov, lejos de todo esto. Quiero ser médico, no una vil asesina.

— Amor, seas médico o una asesina, a mí no me importa, porque yo te acepto tal como eres. Te apoyaré en todo lo que decidas — me gira hasta quedar frente a él, nos miramos unos segundos y luego me besa.

Esto no está bien. Necesito definir qué somos, por lo que me separo y lo miro fijamente. Él luce desconcertado por mi reacción.

— Kozlov, tú y yo...

— Tú y yo somos una pareja, amor, el hecho de que hayas decidido huir no cambia nada. Al contrario, lo entiendo. Entiendo muy bien por qué lo hiciste y no te reprocho nada. Todo está bien entre nosotros — me dice como si me hubiera leído la mente.

— ¿Después de cinco años todavía quieres seguir conmigo, Kozlov?

— Me he pasado esos mismos cinco años buscándote por cielo, mar y tierra, Saleth. No subestimes lo que siento por ti, ¿quieres?

— ¿Me-e buscaste p-por cinco años? ¿Durante cinco a-años? — pregunto con una voz tonta, tartamudeando —. Pensé que asumirías que... que estaba muerta y me olvidarías.

— No eres una mujer fácil de olvidar, amor — me acerca a él, poniendo sus manos en mi cintura—. Y sé que tampoco morirías tan fácilmente. No eres blanda.

— No sé qué es lo que siento, Kozlov, esto... esto es muy repentino — menciono frustrada por la situación, alejándome de él —. Yo... yo no sé qué hacer. Yo debería estar en mi casa, estudiando para mañana y mírame, quién sabe dónde. Esto es mucho para mí, Kozlov.

Exorbitante Amor © #3 [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora