Comer. (Monólogo)

20 2 3
                                    

Los problemas alimenticios son como un tornado que arrasa silenciosamente con la salud física y mental de quienes los padecen.

La anorexia, esa voraz bestia interior que devora la autoestima, transforma cada comida en una batalla entre el hambre y el miedo.

La bulimia, el cruel ciclo de atracón y purga, deja el cuerpo exhausto y la mente atormentada por la culpa. Y la obesidad, el peso pesado de la sociedad, carga consigo el estigma y la discriminación, convirtiendo cada bocado en un acto de rebelión silenciosa.

Detrás de cada plato vacío o cada caja de pastillas diuréticas se esconde una historia de dolor, de lucha y de desesperación. Son voces calladas que claman por ayuda en un mundo obsesionado con la imagen corporal, donde la delgadez se venera como un ideal inalcanzable y la comida se convierte en el enemigo público número uno.

Pero más allá de las apariencias, los problemas alimenticios son una batalla contra uno mismo, una lucha interna que no se libra en el gimnasio ni en la mesa, sino en el corazón y en la mente. Y aunque las cicatrices puedan ser invisibles a simple vista, el dolor que causan es tan real como cualquier herida física.

Por eso, es hora de dejar de juzgar y empezar a escuchar. Porque detrás de cada cuerpo hay una historia, y detrás de cada problema alimenticio hay una persona que merece comprensión, apoyo y sobre todo, amor incondicional.

¿Pero que hago yo con este estrés y cuerpo que no es mío?

Comer, es una opción viable pero no aceptable.

No,no,no.
¿Por que comer?
No pararía hasta ver a mi ser fuera de mi ser, destrozado, delgado, y a punto de colapsar, la grasa me turba la mente como cenicero en hospital asmático, el humo colma mis pulmones y me cuesta respirar, juro que veo una luz potente que me dice que si no como ese bocado será mi final, ¿cariño, enserio merezco esto?, dudo que alguna vez en mi vida fui buena, ya que para que este sea el castigo..

Miro hacia los lados y veo cuerpos esbeltos, muy delgados y hermosos, miro el mío y no encuentro nada que me guste de él.

Mis muslos son anchos, mis pechos son pequeños, mis brazos están quemados por el sol, mis pecas son disparejas y mis ojos oscuros, ¿que tendré de especial?

Nunca lo sabré, pero algo si se, odio como se ve mi cuerpo, y ni tú ni nadie hará cambiar eso.

Diario de Penélope. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora