if i matter to you [bokuaka]

dolorosamente conocido

Akaashi Keiji era un amante del amor. Podía parecer una persona seria que no tiene tiempo para citas y "encontrar a la persona indicada", parecería del tipo que jamás vería una película romántica por gusto o que pasaba horas llorando por videos de propuestas de matrimonio en internet. Pero el pelinegro basó su vida en ayudar a los demás a hacer del día en que su amor era celebrado sea el más hermoso de todos. Porque Akaashi era un amante del amor, le encantaba ver como sus clientes iluminaban el lugar con sus sonrisas al verse el uno al otro, las lágrimas de felicidad en sus ojos, el beso que sellaba la promesa de estar juntos. Por eso decidió esa profesión, supo que quería ser planificador de bodas desde que conoció esa opción.
Amaba su trabajo y sabía que era muy bueno en él, las reseñas en su página lo comprobaban y las palabras de agradecimiento de las parejas a las que asesoraban se lo confirmaban.

Ahora, si Akaashi ama tanto el amor, seguramente tendría su propio cuento de hadas hecho realidad, ¿No?
En realidad, no. A sus 27 años había aceptado que tal vez lo suyo era hacer realidad los cuentos de hadas ajenos y no los suyos. No es que no lo haya intentado, simplemente no sentía que era lo que estaba buscando. Jamás admitiría esto en voz alta porque sabe que es ridículo pero, él desde niño tuvo la idea de que "cuando llegue lo sabrá". Obviamente creyó sentir eso con su primer gran amor adolescente pero el destino es cruel y ese cuento terminó con un final trágico. Salió varias veces, con hombres que conoció en persona o por apps de citas, pero nunca sintió nada especial por nadie, ninguno de ellos le despertó algo especial. Keiji tampoco era iluso, no esperaba un amor de novela con amor a primera vista, sabía que eso en la vida real era al menos un 90% imposible. Pero para estar con alguien al menos quería que se sienta un poco especial, sentir esa emoción de querer saber más del otro. Simplemente no pasó, no se negaba a que podría pasar en un futuro pero sabía que sería uno cercano.

Mientras tanto, el sentía satisfacción en ayudar a florecer el amor de los demás, el que sí era especial y hermoso.

– Hola, Osamu. ¿Hay algún mensaje importante para mi?

Había llegado a su oficina, su recepcionista, Miya Osamu, lo recibió con un "Buenos días" y una amable sonrisa. El resto de su equipo lo saludó brevemente y él devolvió el saludo.

– Si, tiene 3 parejas que se comunicaron entre anoche y hoy a la mañana. ¿Quiere que le pase los mensajes?

– Si, muchas gracias, Osamu. Y ya te dije que no me hables de usted, se siente raro. Sobre todo por nuestro historial. – el susodicho desvió la mirada con un leve sonrojo y asintió sin decir nada más. Akaashi sonrió y se dirigió a su escritorio.

Ni su oficina ni su equipo eran muy grandes pero era lo que necesitaba. Luego de unos años trabajando solo se dió cuenta de que necesitaba algo de ayuda y no quería llenar su hogar de trabajo tampoco, así que compró una oficina que era espaciosa pero no exageradamente. A lo largo de dos años pudo conseguir a su equipo perfecto que consistía de 4 personas -sin contarse a sí mismo- y su amigo quien se convirtió en su recepcionista ya que necesitaba un trabajo. Cada quien tenía su espacio pero no estaban tan alejados ya que tenían que estar comunicándose entre sí todo el tiempo. El lugar tenía una sola habitación que era utilizada como la sala de entrevistas donde iban los clientes a hablar directamente con Akaashi, también este usaba ese lugar cuando necesitaba concentrarse en algo importante.

– Oh, Keiji, estuve investigando algo de los clientes que te dijo Miya y parece que hay un pez gordo; la hija de un funcionario de gobierno. – habló Sugawara con emoción en su voz. Akaashi terminó de sentarse en su escritorio y lo miró con asombro.

– Wow, ¿Estás seguro? Tal vez solo compartan apellido.

– No, no. Yo vi la foto de perfil de su gmail y cuando busqué fotos de la hija del funcionario era ella. – agregó Oikawa dándose vuelta en su silla para mirarlos a ambos. Akaashi rodó los ojos con diversión por la intromisión del castaño.