La carretera

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—Kiki...no te voy a obligar, pero no hemos venido a Menorca para esto.— expresó la pelirroja poco conforme con la actitud de su novia.

Chiara no quería levantarse de la cama todavía, los chicos habían planeado pasar la mañana en la playa y comer en el paseo. Violeta entendía la situación y las pocas ganas que quizá tenía su novia de pensar en playas o restaurantes, pero principalmente estaban en Menorca por ella, en su isla, su casa. Tenía que disfrutarla y si no apartaba todo eso al menos por ese par de días que todavía estarían en la isla, no la disfrutaría.

—Ves tú, yo os espero aquí.— afirmó tapándose más con la manta.

Violeta suspiró, sabía que no podía combatir contra aquella actitud así que decidió darle algo de espacio y bajar a desayunar con los demás, que la miraron extrañados al no ver a Chiara con ella.

—¿Y Kiki?— preguntó Denna.

—Le duele la cabeza.— mintió.

Tampoco tenían porque saber de la situación. Ruslana la miró con una mueca pues sabía perfectamente que a su amiga no le dolía la cabeza, pero respetó la decisión de Violeta de darle algo de espacio, en todo caso después de desayunar subiría a echarle un vistazo.

Habían comprado un pupurri de cosas de la sección de bollería del supermercado para los desayunos. Cada día abrían un paquete y esta vez se decantaron por el de croissants. Violeta se guardó un par para subírselos a su novia. Alex también preparó zumo de naranja para todos y con eso desayunaron.

—En media hora abajo.— afirmó Denna tras el desayuno.

Violeta aprovechó aquello para subir a ver a su novia de nuevo. Ruslana la vio subiendo las escaleras así que decidió que lo mejor sería no acompañarla, si alguien podía hacerle cambiar de opinión, esa era Violeta, no ella.

—Te he traído algo de de...— expresó la pelirroja entrando a la habitación viéndose interrumpida por la imagen de su novia.

Chiara no contestó. Estaba tumbada en la cama todavía, mirando a la ventana y tratando de calmar pequeños espasmos que por más que quisiera, no podía ocultar. Estaba aterrada, no sabía en qué momento había cedido a la propuesta de Violeta, no podía pisar un psicólogo, no otra vez. Se estaba arrepintiendo todas y cada una de las veces que había cedido hacía apenas unas horas y lo odiaba, odiaba sentirse así y odiaba estar en un punto en el que ni siquiera estaba disfrutando de Menorca, de su Menorca.

—Joder Kiki.— se preocupó tirando los croissants y acercándose a ella. —Llámame, grita. Lo que sea, te pedí que no te tragaras esto.

—¿¡Me vas a echar la bronca Violeta?!— exclamó con una mezcla de rabia y tristeza en su voz.

Violeta suspiró. Ella también estaba agotada, notaba como cada día desde que apareció Jane de nuevo Chiara estaba peor. Cada vez esos bajones eran más comunes, prácticamente rutinarios y le agotaba verla así, así de rota no poder reconstruirla como le había prometido que haría.

—No te estoy echando la bronca, Chiara.— su voz sonaba cansada y la ojiverde notó aquello al instante.

Violeta sentía un nudo en la garganta que pedía a gritos soltar unas lágrimas que estaba tratando de retener con todas sus fuerzas. Apretó los puños tratando de hacerlo, respiró varias veces, tenía que mostrarse fuerte ante Chiara, pero se le estaba haciendo demasiado cuesta arriba.

Fuck.— espetó la menor al ver la primera lágrima resbalar por las mejillas de su novia. —Lo siento, no quería hablarte así.— se incorporó limpiándose las lágrimas y tratando de mostrarse lo más calmada posible ante una situación que no sabía si sabría controlar.

ES POR TI || KiviWhere stories live. Discover now