𝐋𝐀𝐓𝐈𝐃𝐎𝐒 𝐃𝐄 𝐔𝐍 𝐂𝐎𝐑𝐀𝐙𝐎𝐍

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Sanji podía enumerar todas las veces que hizo una promesa y cuantas de ellas las había cumplido con el pasar del tiempo, algunas de ellos estaban a medias y otras tantas olvidadas en el pasado. Pero entre todas ellas una era la cual siempre estaba presente en su mente, cada día de su vida desde que conocio a Roronoa Zoro.

Bueno, no exactamente cuando conoció al musgo andante pero si cuando lograron comprenderse y no insultarse cada cinco segundos pero ese no era el problema, el problema iba cada vez que el idiota se enamoraba, por no decir se iluminaba de la persona incorrecta y siempre terminaba en el mismo lugar.

A veces simplemente no quería contestar el celular e ignorar a Zoro para seguir con su día pero era imposible, está vez como a fines de mes su celular había vuelto a sonar a las una de la madrugada. No conocía a la otra persona de la línea pero comprendía el porqué marcaba su número.

Hasta el desconocido sonaba cansado, Sanji también lo estaba y solo le quedó tragarse el insulto y pedir que acompañara a Zoro en lo que llegaba, Zeff no estaba de acuerdo con dejarlo ir a esa hora pero ya sabía cuál sería la respuesta de su nieto y solo le quedó observar en silencio y fingir demencia.

Sanji agradeció eso y no tardó en tomar un taxi y aparecer en el bar de Shakky, una hermosa mujer que siempre enviaba los mejores licores a Baratie. Le agradaba la mujer y la respetaba como así también sabía que no estaría y lo más seguro es que este en un viaje familiar con su esposo e hijo.

Lo bueno es que trajo suficiente dinero si Roronoa otra vez se fue al olvido, solo que, no espero ver al peliverde haciendo en ridículo en lo que un pelinegro con pinta de drogadicto ejecutivo estaba a nada de darle un buen golpe.

──¡Musgo de mierda!── al final logro gritar y ocultar su sonrisa para tener la atención de este mismo que estaba a nada de besar el suelo ──¿¡Qué mierda paso está vez!?

Lo último lo gruño como un animal y Zoro logro agachar la cabeza por unos segundos antes de reír tontamente y acercarse a él. Sanji pidió a Dios que Zoro besara el piso pero eso no pasó porque el pelinegro termino por mantener estable al peliverde.

──¡C-cejitas!── el peliverde dijo una vez que estuvo delante del rubio ──¡Estás aquí!, ¡Eso es bueno!

Sanji se tuvo que tragar el resto de insultos y jalar de la oreja al moreno, el desconocido solo observo y Sanji logro verlo por fin. Si bien no lo conocía, podía decir que la pinta que se cargaba era de un delincuente pero uno con clase.

──¡B-bastardo!── grito una vez que le quito los ojos al pelinegro ──¿¡Se puede saber porque volviste a tomar otra vez!?

Y Sanji esperaba una respuesta cómo las de siempre, que se volvió a enamorar, que conoció a la mujer indicada, sin embargo no era Kuina. No era Kuina, la niña que se creía inferior a los hombres y que ahora estaba cien metros bajo tierra.

──¡Y-yo- no lo sé!── Zoro dijo y nego con la cabeza, a duras penas logro tomar la mano de Sanji y besarla levemente ──Pero, ¿Verdad que te casaras conmigo?

Sanji por primera vez, por primera vez quiso fingir que no había hecho tal promesa si Zoro no encontraba a la mujer perfecta hasta los veintiuno años, sin embargo, Sanji ya iba por los veintidós.

──Estas ebrio── fue su respuesta y la sonrisa de Zoro desapareció en un instante.

──....Sanji....── llamo Zoro, por mucho que el alcohol esté en su sistema, sabía que cada vez que esto pasaba Sanji siempre prometía que el estaría para él, para formar un futuro juntos si no encontraba a esa persona.

──No estás sobrio, hablaremos mañana... De ésto, de la promesa... De todo lo que está pasando── Sanji dijo y logro salir del Bar, Zoro se sorprendió y trato de seguirlo pero el desconocido que no era un desconocido para él terminó por arrastrarlo afuera.












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⏰ Última actualización: May 14 ⏰

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