Parte 1

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Holis! ☺️ como están? Espero que muy bien. Les quería contar que hace como 11 años que me muevo en el mundo de los fanfics y nunca me había animado a escribir algo, pero ahora medio persuadida por mi psicóloga y otro poco por las ganas de tener un hobbie sano y que no requiera gasto de dinero, me animé. Estoy media nerviosa por publicar esto, y también quería pedirles disculpas si les hago perder el tiempo, leí un montón de este antro y tienen historias hermosas, por lo que muy probablemente mi primer intento no esté a la altura. También quería contarles que el Enzo de esta historia es mi protegido, así que les voy a pedir encarecidamente que me lo traten bien, porque si lo tratan mal a él, me tratan mal a mí, y si me tratan mal a mí sepan que están tratando mal a este (inserte imagen de una foquita bebé). Mentira igual es chiste, opinen lo que tengan ganas, que todo comentario que sea bien intencionado y respetuoso va a ser bien recibido 🩷 Sepan que lo escribí con mucho cariño, respeto y entusiasmo. Por último, desde ya les agradezco por leer, es un montón para mí.
-Ne

Tw: relatos de homofobia y gordofobia, son un par de párrafos nada más, pero me parece importante avisar.






<3

Julián estaba convencido de que él y Enzo, su amigo y chico con el que sale, estaban destinados a cruzarse. Si no era de la forma en la que lo hicieron, igualmente iba a suceder. Y Enzo llevaba la teoría un paso más allá agregando que también se conocen en todos los universos y realidades en las existen, porque no puede existir uno solo de los dos. No hay Enzo sin Julián, no hay Julián sin Enzo. Los dos apostarían plata (que no les sobra) por eso, sus amigos también.

Se conocieron hace unos años, el primer cuatrimestre de universidad de sus vidas, por medio de sus amigos en común, Cuti y Licha.

Cuti es el mejor amigo de Juli de toda la vida, sus papás eran amigos desde antes de que ellos nacieran y, como Juli vivía en Calchín y Cuti en la ciudad de Córdoba, en las vacaciones de verano las familias siempre arreglaban para pasar unos días en Miramar de Ansenuza. De chiquitos los adultos los dejaban hablar un rato por teléfono fijo todos los viernes a la tarde, ya de más grandes el papá de Cuti puso una computadora de escritorio para toda la familia en el living, y Juli prometía hacer tareas del hogar que le tocaban a su hermano mayor, Ezequiel, si le prestaba un rato su netbook (porque lo último que quería era tener que ir al único cyber del pueblo) y se hablaban por MSN, mandando más emoticones que palabras, y Cristian poniéndose pesado con los zumbidos y los guiños, hasta que Julián amenazaba con contarle a su mamá de la vez que, jugando a la pelota durante sus vacaciones en la plaza de enfrente, rompió la ventana del duplex que una pareja de viejitos alquilaba al lado de los suyos y se hicieron los boludos para que no los retaran.

De adolescentes, ya con teléfonos celulares y redes sociales, hablaban todo el tiempo, se escrachaban en Facebook y durante el verano arreglaban para pasar unas semanas en la casa del otro. Fue un día de esos, hablando de su futuro, que pactaron irse a estudiar a Buenos Aires, no sabían qué carrera, tampoco donde iban a vivir, pero sabían que iban a ir juntos. A los 15 años sonaba a aventura, y a ser re adultos, y a que vivir con tu mejor amigo era lo mejor que te podía pasar. Después se iban a dar cuenta que apenas llegaban con la plata, estaban siempre con sueño, se peleaban porque Cuti dejaba toda la ropa tirada y Juli siempre encontraba alguna excusa para no tener que ir al supermercado, y un poco extrañaban las comidas caseras de sus mamás. Pero no se arrepentían, al fin y al cabo estaban cumpliendo el sueño de sus yo adolescentes, y eso en sí mismo ya era más que satisfactorio.

Juli se anotó para estudiar paleontología, con su obsesión por los dinosaurios de chiquito acompañándolo a su vida adulta, y sus papás diciéndole que estudiara lo que le gustara y apasionara, que le iba a ir bien en lo que se propusiera. Cuti no lo pensó demasiado y se definió por contabilidad, como quería su papá. Julián sabía que siempre le había gustado la gastronomía, pero cuando su amigo le dijo que pretendía ser contador público no lo cuestionó mucho, después de todo Cristian siempre se caracterizó por ser honesto y leal a sí mismo. De todas formas, una noche acostados, tratando de dormir después del cumpleaños número 17 del morocho, y estando los dos medio entonados, salió el tema de las carreras.

Voy a dejar todo lo demás para después (para verte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora