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La sensación de mareo comenzó a abrumarlo. Cada vez que intentaba recomponerse, terminaba completamente inmovilizado; sus piernas no le respondían, sus ojos escocían y el aire apenas conseguía fluir con dificultad por sus pulmones.

No importaba cuánto intentara enfocarse en su entorno para buscar una salida, estaba tan aprisionado y débil que no tenía oportunidad de escapar. Todo lo que su aturdida mente registraba eran unas manos ajenas posándose sobre su cuerpo y una voz oscura que repetía con burla:

Solo debes descansar, yo voy a cuidar de ti.

No. Eso no era cuidar de él... eso era incorrecto, era enfermizo, era...

—¡Aléjate! —gritó, sentándose de golpe.

La enfermera frente a él lo observó con desconcierto antes de extenderle un pequeño frasco transparente con una pastilla blanca en su interior.

—Buenos días —murmuró con seriedad—. Debe tomar su medicamento.

Taehyung se sintió avergonzado por su arrebato anterior. Solo hasta ese momento se dio cuenta de que estaba teniendo una pesadilla, una realmente desagradable.

—Gracias —aceptó la pastilla y la tomó de inmediato.

La enfermera pareció tranquilizarse al ver que Taehyung no protestaba por su medicina, como seguro era el caso de muchos pacientes, y le proporcionó un vaso con agua para que pudiera pasarla; luego, ella se retiró de la habitación sin decir nada.

Taehyung depositó el vaso vacío en la mesa junto a la cama, y se dejó caer contra la almohada tratando de aclarar todos sus pensamientos. La primera noche en el hospital fue mucho más traumática de lo que hubiera esperado, a pesar de contar con la compañía de Seokjin. Tuvo pesadillas constantes que lo despertaban cada hora y no le permitían tener un descanso pleno; ni a él, ni a su primo.

La segunda noche fue un poco mejor, o eso quiso decirse a sí mismo para no sentirse mal por mantener a Seokjin despierto hasta la madrugada. Pero la tercera noche casi parecía haber estado bien; al menos eso creyó hasta que notó la forma abrupta en que terminó despertando.

Taehyung intentó no perder la cabeza por ello, aunque ciertamente lo estaba haciendo. Incluso si no podía recordar con exactitud lo que pasó en la sala de música, los fragmentos que su mente aún guardaba lo alteraban hasta el punto de llevarlo a revivir ese horrible momento... una y otra vez.

—Estoy bien, estoy bien —se repitió con insistencia, tal vez en algún momento podría creerlo y, entonces, se haría realidad.

Cerró los ojos e intentó pensar en otra cosa; su cuerpo seguía agotado por la falta de un sueño reparador y por el tratamiento médico que no estaba resultando tan efectivo como esperaba. Se suponía que solo pasaría una noche en el hospital, pero el doctor advirtió que no autorizaría su alta hasta que sus análisis de sangre estuvieran completamente normales.

Taehyung odiaba estar allí. Odiaba recibir visitas constantes de enfermeras molestas. Odiaba no poder evadir a su padre cuando deliberadamente decidía sentarse junto a su cama a hablar sobre cosas que él no quería escuchar. Y, especialmente, odiaba no poder ver a Jungkook tanto como le gustaría.

«Jungkook»

Él había venido al hospital todos los días sin falta, llegaba temprano y se quedaba todo el tiempo que le permitían, aunque no solía ser mucho, ya que su padre ocupaba casi todo el horario de visitas.

Pese a ello, la compañía de Jungkook era, por mucho, lo único grato en ese lugar, Y si era completamente honesto, Taehyung debía admitir que solo conseguía sentirse en calma cuando Jungkook estaba presente.

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⏰ Última actualización: Sep 01 ⏰

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Two Loves | KookV♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora