30. Ayer y hoy

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Suspiró inhalando el dulce aroma que emanaba de su cabello, Asami se estremeció al sentir el contacto de la mano sobre su abdomen, cada una de sus reacciones la invitaban a seguir, a no apartarse o desistir. Escondiendo el rostro entre su cuello y hombro comenzó a repartir suaves besos sobre su piel logrando ganarse un ligero suspiro en respuesta que no hizo más que llenarla de inquietud. Quería ver todo lo que era capaz de provocar en ella, volver a descubrirla de esa forma tan íntima y ser la única poseedora de dicha vulnerabilidad.

Asami colocó su mano sobre la de ella y comenzó a subirla lentamente sobre su abdomen y por debajo de la delgada blusa de tirantes que llevaba puesta, ansiosa Korra se permitió disfrutar del calor de su piel hasta alcanzar la suave textura de uno de sus senos. La ojiverde pareció contener la respiración mientras ella se dedicaba a explorar la sensible punta con la yema de sus dedos; un pesado suspiro escapó de sus propios labios, se sentía agitada, húmeda, caliente; la temperatura no había cambiado, pero las partes en donde sus cuerpos hacían contacto irradiaban un calor semejante al que se sentía al estar de pie frente a una fogata, era agradable; jadeó, deseaba más.

De un movimiento se colocó encima de ella y bajo la blanca luz de la luna contempló los hermosos irises verdes que la observaban llenos de deseo, el cabello negro de Asami yacía desordenado sobre el suelo añadiendo contraste al tono blanco de su piel; sonrió, y volviendo a recostarse sobre ella se detuvo antes de tomar sus labios para murmurar. - Eres hermosa Asami Sato. - Acomodando el cuerpo entre sus piernas disfrutó sintiendo la presión que se generaba entre ellas.

- Te amo. - El murmuro de aquellas dulces palabras resonó en su interior como un eco que se repitió a través del tiempo hasta alcanzarla en el presente, con aquella misma voz y en esos mismos labios que por el momento no era capaz de dejar; la besó lenta y profundamente, con cariño, pero sin ocultar el hambre que tenía de ella.

Si tan solo hubiera sido más valiente, menos cautelosa, Asami habría sido su primera y única relación, porque debía admitirlo, desde el primer día de haberse conocido, aquel día en el que casi le rompía la nariz con la puerta, había pensado que era hermosa, lo mismo había ocurrido en la isla cuándo la vio en la cueva. Que hubiera correspondido a sus sentimientos era algo que aún no lograba comprender, porque la mujer que sostenía entre sus brazos tenía la capacidad de seducir a quien quisiera; sin embargo, Asami no era así, y eso la volvía aún más atractiva, más única.

Haciendo una pausa para recobrar el aliento conectaron sus miradas, sonrieron, Korra guardó silencio por un momento y al fin murmuró. - Yo también te amo. - Podía decirlo con sinceridad, pues a pesar de poseer una memoria fragmentada, lo poco que recordaba bastaba para saber lo mucho que Asami significaba para ella. El terror que había sentido al verla herida, el arrepentimiento que sintió al saber que no podría volver a su lado, eran emociones intensas e imposibles de ignorar; ahí, en esa pequeña choza, atrapada entre sus brazos, estaba la persona más importante para ella.

Empujándola un poco hacia atrás Asami la guio para que moviera las piernas de posición de manera que quedara sentada sobre ella, entonces llevó sus experimentadas manos hacia la orilla de su blusa y comenzó a elevarla hasta despojarla de la prenda; un escalofrío le recorrió la piel al sentir las caricias sobre su espalda y los besos en el cuello; suspiros entrecortados comenzaron a abandonarla a medida que los besos comenzaron a bajar por su clavícula, el corazón le latía desbocado, pensaba que no podía latirle más rápido hasta que encontró la mirada seductora que la contemplaba con una sonrisa que desapareció en cuanto aquellos labios envolvieron la punta sensible de su pecho.

El agradable cosquilleo le recorrió el cuerpo de pies a cabeza, contuvo la respiración y después gimió, descansando los brazos sobre los hombros de Asami echó la cabeza hacia atrás y se mordió el labio; cada movimiento de su lengua se sentía tan... bien. Jadeaba, no podía respirar con normalidad; su cuerpo se estremecía y se dio cuenta de que entregarse a la pelinegra resultaba igual de tentador que hacerla suya. - Asami... - balbuceó presa del placer.

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⏰ Última actualización: May 21 ⏰

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Antología. Futuro Incierto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora