sinopsis

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Y entonces lo ví, como descendía de la eterna oscuridad que hacía parte de él, se dirigía hacia mi con lenta determinación que incluso resultaba ser mortificante, sus pálidas manos resguardadas en los bolsillos de su chaqueta lo hacían ver más enigmático. Sus ojos casi negro como el oscuro cielo sin estrellas que nos rodeaba en ningún momento se apartaron de los míos y el escalofrío que me provocaba su mirada desolada me estremecía de pies a cabeza.

Di un paso hacia atrás cuando lo sentí tan cerca de mi alma que creí podía tocarla, y sin ninguna emoción ni remordimiento destruirme por completo.

Cuando estuvo frente a mí no pude evitar cerrar los ojos, quizás por la pesadez de su presencia o simplemente su mirada para mí era insostenible. De pronto sentí la calidez de dos manos en mis mejillas, sus dedos largos acariciandome con delicadeza, el roce era suave, fresco, como si existiera el miedo a romperme y me hizo pensar que tal vez no debería temerle.
Abrí mis ojos lentamente, podía observar su rostro ligeramente distorsionado. Quizás por la oscuridad que hacía de las suyas. Lo que sí era seguro es que no podía apartar la mirada de esos ojos tan brillantes como la luna. Eran grandes, intrépidos y al mismo tiempo calaban en las profundidades de mi ser. Podría entrar en mi fácilmente y yo no sería capaz de detenerlo.

De pronto algo palpó mis labios. Su rostro estaba demasiado cerca, podía sentir su respiración calmada. Sus labios agrietados se desplazaban parsimoniosos junto a los míos.
Nuevamente cerré mis ojos y me permití disfrutar de ese beso que esperaba durará para siempre.

Ese día lo supe. El sería mi perdición.
Sería el causante de mi alegría, pero también de mi desgracia.

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⏰ Última actualización: May 15 ⏰

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