Con todos lo sentidos. Relatos

La siguiente estación

Autora: Betzy

Perfil: AnniZhaniah

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Alfonzo esperaba el tren como siempre en el mismo andén que llegaba puntual a la hora estipulada. Hasta su origen había una hora de trayecto. ¿Había mejores formas de llegar? Si, incluso podría estar en su destino en quince minutos, pero si lo hacía entonces se perdería de la única cosa buena que brindaba el tren. Ella. Poder verla por una hora de trayecto, aunque no pudiese intercambiar palabras con ella ni conociera su nombre hacían que cada minuto que tenía para admirarla valiera la espera.

Ella nunca notaba su presencia, aunque no le sorprendía. Ella no apartaba la vista del libro que leía. Era una lectora empedernida, no tardaba demasiado en terminar los libros. Lo sabía porque siempre la veía con uno distinto cada semana.

Ella llegaba puntual a la espera del tren, siempre antes que él, que terminaba entre las personas del fondo desde donde podía obsérvala sin ser evidente. Siempre llevaba el cabello suelto. Ese sedoso y largo cabello negro que mostraba sus luchas para mantenerlo en su lugar. Solía humedecer sus delgados y pequeños labios cada cierto tiempo. Un gesto que sin duda èl amaba. Pero no más que la sonrisa que dejaba escapar cuando algo le parecía gracioso de su lectura. Sus labios se curvaban de una forma un tanto seductora y esos eran los momentos en los que él no podía mantener su mirada.

En cuanto llegó el tan esperado tren la gente entró apresuradamente buscando un puesto para pasar el largo trayecto de forma cómoda, él solo buscaba alguno que le permitiera lograr su objetivo: verla. Casi siempre tenía suerte, otras veces no tanto, y ese era uno de esos.

Su amabilidad por dejar pasar a cuanta persona lo empujaba agresivamente para llegar primero y su negativa a querer entrar en una discusión le hicieron perder su oportunidad. Ya lo intentaría de nuevo al día siguiente.

Pensó por un momento escuchar música para hacer ameno su viaje, pero el descubrir que había olvidado los audífonos en casa lo hizo desistir de su idea. Una joven con su madre, una señora muy mayor, intentaban acomodarse entre la multitud. Verlas en una situación tan complicada le hizo moverse de lugar para brindarles el espacio que él ya había asegurado. Sin saber que esa decisión desencadenaría los sucesos que iban a acontecer

—Venga, siéntese aquí.

Él escucho al fondo a alguien ofreciendo un puesto para la señora mayor. Las personas empezaron a moverse para darles comodidad y con el movimiento brusco del tren una persona se sujetó de su brazo. Él se giró para ofrecer su ayuda y sintió el corazón acelerarse. Un olor a vainilla invadió su nariz, mezclado con el aroma de un champú de coco. Nunca imaginó que ella oliera de esa forma, pero que deliciosa mezcla.

—Lo lamento—. su voz dulce y armoniosa resonaba en sus oídos como el canto de las aves al amanecer.

Él solo le sonrió para hacerle saber que no tenía importancia. Ella intentó agarrarse del tubo en la parte superior, pero su baja estatura la obligaba a ponerse un poco de punta lo que hacía que se le curvara la cintura y la camisa se le levantará ligeramente dejando ver su abdomen que ella intentaba en vano esconder al sentir que el exceso de grasa quedaba expuesto. Él podía notar las marcas de estrías en su cadera, le parecían el complemento perfecto para su cuerpo. Marcas hechas como pinceladas de un pintor que la hacían única y perfectamente real.

El traqueteo del tren hizo que varias veces ella perdiera el equilibrio y terminará sujetándose de él. Apenada siempre le dedicaba una sonrisa a modo de disculpa, pero a él no le importaba, sentir sus manos frías por el aire acondicionado del vagón contra su brazo le erizaba la piel y le producía una sensación de felicidad instantánea. Quería que el trayecto fuese más largo para disfrutar de su presencia tan cerca de él.