Autora: L. Brixen.
Perfil: @Lucia_B_81
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Mi mano asciende por su pecho duro, desde atrás de su cuerpo más alto que el mío. Siento la humedad de su torso y eso sólo me enciende más.
El golpeteo de sus latidos alcanzan mi terminaciones nerviosas, enloqueciendo mi sangre.
Y aún no hemos empezado.
Decidida a marcarlo como mío, giro a su alrededor, envolviéndolo por la estrecha cintura con una de mis largas y firmes piernas, apretándonos uno contra el otro cuando quedamos de frente.
Nuestras narices se rozan, nuestros alientos chocan y el fuego en sus ojos son la promesa de un pecado a punto de suceder.
Lentamente, con dolorosa sensualidad, desliza su mano por mi brazo desnudo. Recorre como lava con sus dedos ardientes mi piel hasta tomar mi propia mano en la suya.
Electricidad.
La lava se transformó en electricidad cuando la sujetó con dominancia.
Con posesión.
En ese gesto que dice: "eres mía".
Y así se siente.
Ahora, yo soy suya.
Quiero serlo.
Su otra mano me aprieta la cintura, afirmándome a su torso.
Quema.
Ambos lo hacemos a medida que nos fundimos en una maraña de movimientos sensuales, volviéndonos uno cuando las notas musicales hacen los suyo.
El me mueve a su antojo.
Yo me dejo guiar.
Son sus ojos lo que me llevan, que me atrapan, oscurecidos por el deseo.
Me hundo en ellos.
No hablamos.
Dejamos que la música se vuelva la protagonista.
Nosotros somos sus esclavos.
Giramos a un lado.
Al otro.
Nuestras pupilas se despegan con cada cambio de posición para volver a reencontrarnos, atormentados por la breve distancia.
Nos buscamos al compás de nuestros corazones bombeando juntos, a la par de nuestra frenética y provocativa danza que por instantes es vertiginosa.
Y al segundo siguiente, nos pausamos para devorarnos con la mirada.
Me manipula como si fuera peso pluma.
Me alza, me hace volar y luego me regresa al sostén el suelo, estrellándome conta los relieves de su abdomen, enterrando sus manos en mi cadera y arqueándome hacia atrás.
Siento su muslo encajarse en mi entrepierna y eso me enloquece.
Lo siento todo.
Sé que él también me siente húmeda, ansiosa, necesitada.
Aprovechando mi cuerpo curvado, entierra su nariz entre mis senos. Recorre la línea central de mi pecho, bebiendo de mi piel salada. Aspirando mi aroma.
Volvemos a enderezarnos, a un beso de distancia que amagamos darnos.
Esquivar nuestros labios aumenta la tensión cuando son nuestros cuerpos los que se besan al retomar nuestro baile erótico.
Mi cabeza se pierde ante el gozo de sentirlo en cada centímetro de mi entidad.
Nuestros ritmos palpitantes van más allá de los movimientos excitantes.
De los roces de nuestras anatomías.
Me voltea, dejando mi espalda contra su torso.
Baja su cabeza y el calor de su agitada respiración me derrite la piel del hombro.
Cierro los ojos, abriendo mis otros sentidos.
Mis oídos siguen cada pulso de la melodía.
Mi carne tiembla ante su magnetismo.
El perfume intensificado por el sudor se alza hasta mi cerebro.
Sus dientes mordisquean todo el largo de mi cuello. Alcanza el lóbulo de mi oreja y tironea de él, robándome un suspiro. Su lengua traviesa sale a jugar, cosquilleando hasta mi punto más sensible, endureciendo la delicada carne que encumbra mis pechos.
Sus dedos descienden, pasando por la costa de mi seno, navegan hacia el centro de mi abdomen y siguen hacia mi sur. Lo detengo apoyando mi mano sobre el dorso de la suya, y como si protestara por mi rebeldía, vuelve a girarme.
Abro los párpados para no perderme ninguna expresión de su perfilado rostro.
Está concentrado en mí, hasta que su vista queda anclada en mis labios.
Una sonrisa tentadora se escabulle a un lado de su carnosa boca, pasando su lengua por una comisura, anticipando un banquete que estoy dispuesta a darle.
Me hipnotiza esa boca y se vuelve mi norte cuando reinicia nuestra danza, donde nada más existimos nosotros dos.
Nuevos pasos. Otros ya conocidos, nos poseen.
Las gotas saladas empapan nuestras dermis y el deseo se desborda por cada poro. Uno que ansiamos concretar.
Percibiendo el desenlace, aceleramos nuestros movimientos.
La última nota toca y con ella, llegamos a nuestro punto final, estallando.
Quedamos en una pose que nos deja entregados por completo al otro.
Con las puntas de nuestras narices tocándose y mis manos empuñando su cabello castaño, en tanto sus manos se adueñan de toda mi espalda.
Los aplausos surgen a nuestro alrededor, las luces brillan más y el mundo vuelve a existir.
Pero no cedemos a romper nuestra burbuja.
—Este... —inicio entre exhalaciones—, ha sido un tango de puta madre.
—Tuve una buena maestra.
Por fin, nuestras ganas de comernos acaban cualquier separación y nos ahogamos en un beso profundo, que roba el poco oxígeno que nos quedaba.
Así, es como se baila un tango.
Y la gente a nuestro alrededor parece coincidir.
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Les presento a Colin y Vanessa.
Personajes de "Baila sólo conmigo" (todavía sin publicar).
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Con todos lo sentidos. Relatos
Historia CortaRelatos surgidos de la imaginación de nuestros autores y autoras para una actividad en el grupo La Resistencia Escrita ✒️. "El erotismo es la capacidad que tenemos los seres humanos de sentir y provocar deseo y placer sexual." Esperamos disfruten l...