𝐂𝐀𝐏Í𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐈𝐈𝐈

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「 ✦ 𝐂𝐈𝐇𝐔𝐀𝐂Ó𝐀𝐓𝐋 ✦ 」

𝕸is pasos acelerados no parecían suficientes para llegar a los adentros del templo, Se me había notificado que Mi señora estaba entrando en labor de parto, Sabía que el nacimiento de este bebé era un acontecimiento importante no solo para los Líderes, si no para todo el imperio, Tendríamos a nuestra futura primera Tlatoani, un acontecimiento que sin duda fue bien planificado por los dioses.
Al llegar al templo fui interrumpida por el Tlatoani quien parecía demasiado preocupado, en ese momento entendí que la cosa pintaba fea, Rápidamente me adentré en la habitación mientras sujetaba mi cabello con un pequeño lazo.

- ¡Señor, Por favor preste atención! - Exclamé con un tono sereno -.
- ¡Lo siento! - Dijo Izocoatl un tanto nervioso mientras me acercaba a sujetar la mano de su esposa –.

Finalmente me acerqué al petate donde descansaba Temazcalteci, Con cuidado abrí las ya adoloridas piernas de la mujer y me detuve a observar perpleja la situación, La bebé de la reina venía en una posición inconveniente, debía actuar rápido o la pequeña no lograría nacer.

- ¡AHHHHHG!¡D-duele! - Gritó la mujer -. -La bebé viene en una mala posición ¡Voy a sobar su vientre mientras usted empieza a pujar! -. Dije en voz alta mientras apoyaba mis manos sobre el vientre de la mujer tratando de acomodar al bebé -.

La desesperación me consumía, Podía ver el miedo en el rostro del Tlatoani y el dolor que si esposa reflejaba en su rostro era casi tan Aterrador como el destino que me esperaba si aquella princesa no lograba sobrevivir.

- ¡Eso es mi señora, Vamos, Siga así, Ya tengo la cabeza..! - Dije mientras sujetaba y tiraba suavemente de la pequeña cabeza de la bebé -. - ¡AHHHHHHG! ¡POR AMOR A MIS DIOSES! - El último grito de dolor fue suficiente para traer al mundo a la nueva princesa -.

Temazcalteci cayó sobre el petate mientras luchaba por recuperar la respiración, sujete al bebé entre mis brazos y en ese momento tuve una visión.

«Un Dios egoísta aprovechará la inocencia de la princesa y pactará con ella el destino del imperio, Las guerras vendrán y cientos de inocentes morirán».

Tras limpiar un poco el rostro de la pequeña pude darme cuenta de lo que le esperaba al imperio, Una niña tan extraña solo podía significar una cosa, Los dioses dieron vida para anunciar la muerte. Una pequeña que presentaba razgos qué en mis 40 años de vida no había visto en ningún otro bebé; Una piel tan pálida que las venas de su cuerpo eran ligeramente visibles y un extraño lunar blanco en el cabello.

- ¿Que sucede..? ¡Cihuacóatl! ¿¡Qué tiene mi hija?! - Escuché decir al Tlatoani quien estaba evidentemente preocupado -.

Mi mirada se planto en la niña quien ya se encontraba llorando, no sabía como responder a esas preguntas ¿Qué se supone que debo contestar a eso? ; noté las débiles manos de su alteza dirigiéndose a la bebé, No podía permitir que la vieran, No podía permitir que vieran a este Monstruo. Rápidamente corte el cordón umbilical con la pequeña daga qué guardaba en mi kueitl y salí corriendo de la habitación con la pequeña en brazos.

- ¡Cihuacóatl! - Gritó itzacoatl mientras se apresuraba a salir detrás de mi -.

Trate de correr hasta la la entrada del Templo, sin embargo la persecución terminó cuando el Tlatoani se encontraba detrás de mi, Rápidamente levante a la pequeña en brazos y retrocedí.

- ¡Esta niña esta maldita! ¡Los dioses la mandaron como premonición de un destino fatal! ¡Él viene a por ella! - Grité mientras sujetaba en alto a ese monstruo -. - Cihuacóatl... Por favor dame a mi hija - Dijo Izocoatl en un tono bajo mientras podía ver como se acercaba más y más a mi -.

Retrocedí en un intento por apartarme de su vista.

- ¡No se acerque!¡Tengo que proteger al imperio!¡TENGO QUE SALVAR TENOCHTITLAN! - Dije con gran desesperación -

Pase mi mano por mi kueitl de donde saqué una pequeña daga la cual puse sobre el delicado cuello de la princesa; debía acabar con la amenaza, no podía permitir que mi pueblo sufra las consecuencias de esta tragedia, Cuando estaba a punto de deslizar la cuchilla de la daga sobre su cuello un par de guerreros se lanzaron sobre mi, tirándome al piso no sin antes arrebatarme a la Pequeña.

- ¡Quítense!¡Deben Sacrificar a esa niña!¡Esta marcada por la muerte! - Decía una y otra vez mientras luchaba por quitarme a esos hombres de encima -.

El peso de los hombres me parecía asfixiante, Daba todo de mi para liberarme de sus agarres, no podía permitir que esa niña siguiera con vida.

- Tienes el color de cabello de tú madre.. Y mis.. Mis ojos - Escuché entre Murmuros -.

Mi mirada se dirigió al Tlatoani quien hizo una pequeña seña y se retiró completamente embobado del lugar, Sin ningún tipo de consideración los hombres me sujetaron del cabello y me arrastraron hasta una habitación.

- ¡Por favor!¡Déjenme ir!¡Ustedes no lo entienden! - Dije entre mis desesperados intentos por regresar por la pequeña -.

Me lanzaron hacia el interior de la habitación como si yo no fuera nada, Esa habitación tan lujubre que rara vez se utilizaba para resguardar a nobles prisioneros que serían sacrificios para los dioses; cuando la puerta se cerró pude escuchar las risas de aquellos guerreros quienes se jactaban de mi situación.

MACTZIL La princesa Maldita Donde viven las historias. Descúbrelo ahora