ADVERTENCIA: Escenas fuertes!!Kouga la esperaba impaciente sentado en la silla del recibidor, sonrió cuando la puerta del baño se abrió dejándolo apreciar a la joven azabache con la sublime prenda, la miró de una forma libidinosa que asqueo a la joven.
– Eres tan hermosa mi princesa – musitó Kouga imitando las palabras de Inuyasha, de seguro intentando hacerla sentir mal, ella tan solo cerró los ojos, aguantando las lágrimas. – Acércate – ordenó. Kagome abrió los ojos, caminó lentamente posicionándose frente al hombre que la recorrió complacido – No había olvidado ni una sola parte de tu cuerpo – susurró tomando con sus manos ambos senos, presionándolos levemente, ella cerró los ojos asqueada, odiaba ser tocada por otro, se sentía una mujer infiel, lo que resultaba ilógico. Kouga corrió la tela del atuendo dejando ver los pequeños pezones de la joven que cerró los ojos y presionó fuerte sus manos en puño, toda ella estaba tensa y él lo notó por lo que soltó una carcajada que aterró a la joven – ¿No disfrutas mis caricias? – Preguntó antes de succionar rudamente un pezón de la joven que gimió de dolor – entonces no tiene sentido que las haga – aseguró – solo acuéstate en el suelo y abre las piernas – ordenó y ella retrocedió un paso atemorizada negando con la cabeza. – Me encanta que juguemos al gato y al ratón, pero por más que corras aquí no tienes salida – aseguró.
– Yo...yo...si quiero que me toques – mintió esperando que fuera lo suficientemente tonto y creyera, el tan solo sonrió de lado ante el comentario.
– Kagome, Kagome – tu siempre jugando con mis sentimientos, hoy las cosas se harán como yo las diga, así que acuéstate y abre las malditas piernas – ordenó nuevamente enfurecido.
– Kagome corrió hacia la puerta por donde habían entrado pero él la intercepto echándola al suelo y posicionándose sobre la joven.
– Suéltame... – pidió ella con lágrimas en los ojos, empujándole por el pecho. El la miró fijamente y luego cambió su expresión a una terrorífica al percatarse de las marcas en el cuello de la joven.
– A él no le pedías que se detuviera, ¿verdad prostituta? – preguntó molesto antes de morderla bestialmente en el cuello intentando borrar las marcas, ella soltó un grito de dolor y lo empujó intentando que parara y soltara su carne, pero este se aferraba con más fuerza.
– Inuyasha – susurró la joven cerrando los ojos, quería creer que el llegaría como siempre a ayudarla, pero muy en el fondo sabía que era imposible, eso logró que terminara la dolorosa mordida y levantara el rostro fijando su mirada con la de la joven.
– Ya no repitas ese maldito nombre – ordenó siniestramente rompiendo la delicada prenda de la joven quien lloraba y peleaba contra este tratando de liberarse.
– ¡No!, ya basta...Kouga, no quiero, para – rogaba la mujer y él seguía sacando los retazos de la tela hasta dejarla completamente desnuda, se incorporó para desabrochar su pantalón, al sentirse libre la joven corrió hacia la salida, el hombre siguió con su tarea pues sabía que la puerta tenía tranca, no podría escapar, ella forcejeó con la manija desesperada, pero esta no cedía, lo vio aproximarse en su dirección exponiendo su miembro erecto a los ojos de la joven. Quien bordeo el espejo en su intento de huida, pero con la desesperación lo rozó echándolo y rompiéndolo y millones de fragmentos. La joven quedó impactada en el lugar y el aprovechó su estupor para echarla al suelo nuevamente, Kagome gritó de dolor al sentir los fragmentos de vidrio incrustarse en su espalda, cerró con fuerza sus piernas intentando evitar que él se posicionara entre estas.