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Estábamos reunidos en la sala de estar, en nuestra casa de verano en los Hamptons, cerca a Cooper's Beach.
—¿Una premier de Percy Jackson?—pregunté observando la invitación.
A simple vista se notaba que la letra era manuscrita. Con un buen acabado al detalle y los bordes decorados con lentejuelas plateadas. ¿Cómo es que no había escuchado nada acerca de este evento?
No me considero gran fan de aquella saga, creo que una vez hice un test en Google y salió que soy hijo de Hermes, sea lo que signifique.
—Charlie nos está invitando, a mí más que todo. Tú serías mi acompañante —me dijo la mayor. Tomó otra dona glaseada y le dio un mordisco—. Pensé que te gustaría ir pues la mayor parte del cast tiene tu edad, sería bueno.
¿Bueno para...? ¿Mí? Serena tenía que estar bromeando. Es cierto que desde que volví de Europa, las cosas han estado un poco tensas con las relaciones, tanto sociales como familiares. Y una fiesta como esta sí puede ser un gran inicio, pero no estaba de humor para volver al ojo público.
Todavía no.
Hacerlo involucraría tener que sonreír y tolerar a los camarógrafos molestos; soportar ruedas de prensa e infinidad de eventos benéficos para presumir una imagen falsa sobre la familia de clase alta perfecta.
Es como un teatro que los neoyorquinos montan para conseguir mucho más dinero del que ya tienen. Y es super aburrido, creeme.
Hasta la vida fantasiosa de Hannah Montana tenía mayor relevancia.
—¿Que ganas tú con todo esto? —pregunté. Miré a mi hermana con extrañeza. Sentí que había un motivo oculto.
No creo que lo que haga con mis miércoles por la noche sea de mucho interés para ella. Así funciona nuestra relación de hermanos.
Ella está con su vida, yo no me meto y viceversa. Aunque tal vez... digo, ¿Charlie Bushnell invitando a Serena van der Woodsen? El rizado babea por ella y la otra ni se da cuenta. Algo me dice que invitarme fue una tonta excusa porque al futuro Luke Castellan se le enredan los pensamientos cada vez que se acerca a mi hermana.
—No consigo nada. ¿Qué acaso no puedo ser una buena persona para variar?
—No. En definitiva no.
La rubia suspiró. Rodó los ojos y me lanzó el pequeño trozo de glaseado que le había sobrado—. Mamá está preocupada porque no has vuelto a la ciudad desde que llegaste al continente. Ambas creemos que deberías integrarte en la sociedad, ya sabes, para salir de esta casucha antigua.
