Juanjo tiene un tipo de magia que nadie quiere. Ni siquiera él mismo.
Mamá dice que está endemoniado. Y quizá tenga razón, porque todo lo que toca lo destruye.
Puede que sean sus manos, que están malditas. O su pecho, que no conoce de emociones mesuradas. Tal vez incluso sea su cuerpo, que de pronto arde y quema y arrasa y pulveriza.
Lo odia.
Se odia.
Odia sus manos calcinadas y el carbón que se le acumula en las yemas.
Odia la piel seca y dura. Casi abrasada.
Odia su tórax, que duele cuando se detona el fuego.
Odia el aire que rodea sus arrebatos y el humo en sus pulmones, cargado de ese olor amargo que desprende la muerte.
Odia, sobre todo, no ser capaz de tomar el control.
Le pasa a veces, cuando siente demasiado. De un momento a otro, el pecho se le desboca y la magia destructora le sale a borbotones, por la boca y por los ojos y por las grietas de la piel.
No sabe cómo, tampoco entiende por qué, pero pasa y todo se derrumba. Menos él. Es raro, incómodo. Una sensación parecida a la de estar observándolo todo desde el fondo del mar, anestesiado y sin sentir nada más que impotencia.
Suele verlo todo borroso, desdibujado de alguna manera.
Y no hay peor sensación, excepto tal vez la que llega después, cuando el fuego se apaga y los demás tienen que levantar los escombros, barrer los cristales, recoger las cenizas.
Odia su magia y todo lo que aniquila. Por eso intenta deshacerse de ella como quien se deshace de un cadáver: en secreto y a media noche.
Pero no es fácil renunciar a su propia sangre. Desprenderse de ella. Drenarla. Mucho menos cuando parece cobrar vida propia para defenderse desde adentro.
Duele de esa forma que se cuela bajo la piel. Rojo y a cañonazos. Es como desollarse en vida.
Tiembla él. Tiembla la tierra. El bosque se incendia.
Y la verdadera tragedia es que todavía hay magia en sus venas.
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No me dejen hablando sola, porfi.
¡¡Cuentenme qué les parece!!, siempre me ha hecho mucha ilusión leerlas <3
tw.
