Secreto (Nazunist/Resubido/Reescribiendo)

-XV-

Advertencia: Crack ship(? No sé, a la madre. No es el tipo de ship que planeaba implementar cuando creé está cosa, pero literalmente solo el 5% de lo que conforma éste fanfic es lo que tenía planeado.
Advertencia 2: Inexactitud histórica. (Técnicamente mi fuente: De los deseos.)
Advertencia 3: Mención a un hijo no deseado, pensamientos suicidas e intento de asesinato. (Espero que no tan explícito.)
Advertencia 4: Mención de abandono parental. (Son 78 palabras solo en advertencias.)

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- Años atrás.-

Alguna vez había escuchado que nunca hubo una buena época para ser ruso. Habían días dónde no podía contradecir ese hecho.

Imperio ruso había visto muchas cosas durante el tiempo al que podía llamar vida. Masacres y guerras eran su pan de cada día, sentirse enfermo o hambriento cuando gran parte de su pueblo se encontraba decadente, o que su juicio se nublara cuando habían épocas de bonanza.

Habían buenos días, pero demasiados malos días en comparación. Y eso lo enfermó.

Fue una etapa bastante confusa de su vida, incluso a veces olvidaba que tantas cosas estúpidas había hecho en un descargo de rebeldía.

Sin embargo, lo que recuerda bastante bien es el momento en que se vieron.

Había sido sorpresivo y preocupante cuando las noticias acerca de la revolución en Francia llegaron a oídos de otras naciones que mantenían una monarquía. Fue un recordatorio de que la gente era peligrosa cuando estaba furiosa.

Fué como un balde de agua helada para muchos, para él, simplemente una advertencia de lo que sucedería si no sabían controlar a las masas.
No sabía qué opinaba su gobernante de ese tiempo, realmente no tenía demasiadas ganas de comunicarse con sus gobernantes después de la muerte de Catalina. Había llegado a un punto en dónde se sentía ajeno a su propia gente, algo así cómo una crisis de identidad, sin saber realmente a quién representaba, demasiado adormecido por el dolor que pasaba cada vez.

Aunque bastante consciente de una crisis acerca de cómo alejar ese fenómeno de que la gente se levanté en armas contra sus reyes, no le importaba demasiado, no sentía especial animosidad contra su actual Zar, asumiendo que su gente entonces no debía estar tan descontenta, aunque no supiera que gente era.

Por supuesto, la diplomacia y alianzas siempre sería una prioridad, por lo que no se le hizo raro ver a cierta persona, una bastante peculiar que parecía agradar un poco demasiado al Zar.

Realmente no le interesaba.

Hasta que por la misma diplomacia, se vió frente a la nueva nación francesa.

A diferencia de su antecesor, tenía una mirada más vivaz, algo pícaro si se podía decir. Una sonrisa condenadamente encantadora, una voz perfectamente masculina y melodiosa, demasiado agradable a su gusto.
El hombre tenía algo en su forma de hablar que dejaba al ruso escuchándolo así todo lo que tuviera que decir fueran quejas sobre sus vecinos, con un lenguaje bastante florido para alguien que había sido criado en la nobleza.

Era encantador.

Durante las visitas oficiales se pasaban comentarios simples, aunque algunos chistes bastante ácidos de parte del francés que, por alguna razón, siempre sacaban risas y sonrisas de la nación rusa, aunque muchas veces le perturbaba la facilidad y felicidad con la que hablaba el francés acerca de cómo había matado a quién en su momento fué su padre.