Primeros días y nombre

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El caballero de Escorpio había logrado recuperar sus fuerzas más rápido de lo esperado, aunque aquello no debería de ser sorpresa, al fin de cuentas Kardia era... Kardia...

Al saber que el estado de el padre estaba bien vayamos con el pequeño. El pequeño alacrán a diferencia de su papá, era tranquilo pero muy dormilon, no importaba en qué lugar estuvieran o en qué situación, el pequeño se la pasaba dormido, cuando despertaba era solo para comer o lloraba para que le cambiarán el pañal, todo a diferencia de Ecarlate, él cuando era bebé lloraba por todo, solo se mantenía tranquilo cuando dormía o jugaba con algo.
Fuera de aquello todo era normal y tranquilo...

–¡QUÉ YO LE VOY A PONER EL BENDITO NOMBRE!– Gritó el escorpión a su esposo.

¿Qué pasó... Otra vez?... Bueno, apenas llevaban unas dos semanas desde el nacimiento de el pequeño pero no le habían puesto nombre todavía, en este momento Padres e hijos estaban en la sala de el templo de Acuario, Degel sentado en el sillón de tela verde, Kardia en el otro sillón de el mismo color frente a él y Ecarlate sentado en el sofá para tres cargando a un bebé dormido, era sorprendente como a pesar de los gritos de el alacran mayor el más pequeño no despertaba o daba indicios de hacerlo. Ahora Kardia estaba de pie, queriendo patear algo y casi echando humo por las orejas, si no fuera por la mesita de madera que había en el centro y que era el único obstáculo para no agarrar a cachetadas al Acuario.

–Kardia, baja la voz– Pidió Degel algo exasperado, no lo decía por si el pequeño despertaba de eso estaba seguro, sino porque Phantasos la esposa de El Cid podría ir a ver qué ocurre, puesto que el supo a la mala como esa mujer era una chismosa.

–Ay, por Athena Degel...– Exclamó a forma de berrinche Kardia, dejándose caer de nuevo en el sillón, provocando un pequeño ruido –Tu escogiste el nombre de Ecarlate. ¿Por qué yo no puedo escoger el de nuestro pequeño renacuajo?

–Me gustaría dejarte Manzanita... Pero no quiero que vuelva a ocurrir lo que pasó con Ecarlate, a veces llegas a sorprenderme de más.

De hecho tenía razón, cuando Ecarlate iba a nacer Kardia le quería poner Diamante o Rubí, a pesar de ser nombres lindos no quería que se burlaran de su hijo por los nombres, a pesar de tener un rango alto la gente no aprendía a respetar.

–¿¡Ahora desconfiar de mí!?

Degel soltó un suspiró mientras se quitaba los lentes y apretaba el puente de su nariz, ¿Cómo llego a enamorarse de ese hombre explosivo?, le encantaría saberlo pero aún con ello sigue igual de enamorado como cuando lo conoció.
Por otro lado Ecarlate veía todo desde el sofá grande sin dejar de cargar a su hermano pequeño, le sorprendía como es que apenas escogiendo el nombre de una criatura tan pequeña discutieran por ello.
El ya sabía el significado de su nombre y de donde había salido, todavía le causaba una sensación extraña cuando recuerda que le pudieron haber puesto Rubí.

"Agradezco que papá Degel haya detenido a papá Kardia en esa decisión."   Pensó para sí el pelirrojo.

–Vamos Copito...– dijo Kardia con un ligero puchero, mirando aburrido al de cabello verde –Además, tu y yo sabemos bien que recuerda lo que dije cuando nació Ecarlate y le pusiste nombre.

«¡El día que tengamos otro hijo, yo le pondré nombre te guste o no!»   Fueron las palabras que le hacía recalcado Kardia en la cara, a veces odiaba recordar todo a la perfección.

–Esta bien...– se rindió, sabía que si seguía negándose posiblemente acabaría durmiendo fuera de el santuario.

–Así me gusta– Sonrió con satisfacción –Además ya tenía el nombre ideal para el enano.

–¿Y cuál es?– Pregunto emocionado el pelirrojo.

Kardia sonrió ampliamente, se levantó de su lugar caminando hacia sus hijos y tomando con cuidado a él bebé, lo abrazo y observó con ternura.

–El nombre de este renacuajo será... Milo.

Degel se sorprendió un poco ante el nombre escogido, si mal no recordaba había una isla llamaba así en el Egeo Meridional.

–¡Como el chocolate!– gritó emocionado Ecarlate con sus ojitos verdes brillando como esmeraldas. Kardia lo volteo a ver levantando una ceja.

–Yo lo decía más por las manzanas...

"Ok, debo recordar quién es mi familia..."

Pensó con algo de gracia, su pareja e hijo eran listos pero referían vivir en su mundo mayormente y en sus ocurrencias. Lo sacaban de quicio mucha veces, pero no los cambiaría por nada de él mundo, además le gustaba el nombré dado a él pequeño alacrán.

Cómo si lo hubiera llamado con el pensamiento, este abrió sus ojitos azules, soltó un bostezo mientras estiraba sus bracitos, miro a su familia y río, era una risita hermosa, luego tomo algunos cabellos de Kardia y se los metió a la boca.

–¡Milo!, deja de comerte mi pelo, venga que te voy a dar de comer...– Dice Kardia mientras va a la cocina a prepararle el biberón a su hijo, Ecarlate también río por ello y se fue a su cuarto, Degel solo negó mientras sonreía, definitivamente no cambiaría su pequeña familia por nada.






Continuará...

Milo El CuriosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora