A principios de año, Jaehyun le había dicho a Jaemin, el novio de su primo, que la gente era buena ignorando cosas que no querían ver. Parecía que él había sido culpable de lo mismo. Nunca se había preguntado por qué no había visto a Miyeon en meses. Nunca le había preguntado a Taeyong dónde estaba ella. Él simplemente había estado contento de que ella no estuviera alrededor.
A Jaehyun no le caía mal Miyeon. Ella era una agradable jovencita. Era buena para Taeyong: ella siempre le llamaba la atención de su mierda y le decía cuando estaba portándose como un culo. No, a Jaehyun ella no le caía mal. Pero había una diferencia entre caer mal y odiar. A él, ella no le caía mal.
Jaehyun se llevó la botella a los labios y tomó un gran trago. El vodka incendió su garganta mientras bajaba, pero el entumecimiento que había estado buscando desde que salió de su oficina no llegó.
Taeyong iba a ser papá.
Un papá. Su Taeyong.
Era surrealista. En muchos sentidos, Taeyong era todavía un inseguro, vulnerable niño, él mismo.
Un hijo.
Miyeon iba a darle a Taeyong un hijo. Una familia, algo que Taeyong siempre había querido.
Jaehyun tomó otro trago de vodka. Su mirada perdida en la pared de enfrente, se preguntó cómo era posible sentir la pérdida de algo que nunca había tenido. Siempre supo que iba a terminar de este modo. Siempre supo que no había esperanza. Pensó que lo había aceptado. Pensó que estaba preparado. Él se había equivocado.
El timbre sonó.
Jaehyun miró la puerta y no se movió.
Volvió a sonar.
Suspirando, dejó la botella, se levantó y cruzó la habitación.
Abrió la puerta y no se sorprendió al ver a Taeyong.
—¿Por qué no me esperaste? Te dije que vendría después del entrenamiento. —Taeyong olfateó y entrecerró los ojos— ¿Estabas bebiendo?
—Sí —dijo Jaehyun.
Preocupación cruzó por el rostro de Taeyong. —¿Por qué? —preguntó, empujando a Jaehyun dentro de la casa— ¿Ocurre algo malo?
Jaehyun rio, cerrando la puerta y apoyándose contra ella. Era un sonido horrible, pero no podía parar. Él se rio y rio y rio - de sí mismo más que de cualquier otra cosa. Sí, algo andaba mal: su vida.
Un estúpido. Un estúpido enamorado.
—¿Jae? —Taeyong dijo con voz insegura.
—Creo que las felicitaciones están a la orden del día.
—¿Felicitaciones?
—Sí —Jaehyun dijo, mirando a los ojos de Taeyong—. Por la paternidad inminente.
El rostro de Taeyong perdió todo color. Abrió la boca, pero la cerró de nuevo sin hacer ningún ruido.
—¿Por qué? —Jaehyun dijo, haciendo la pregunta que le había estado molestando durante horas— ¿Por qué no me lo dijiste? Pensé -pensé que sería a la primera persona que le dirías algo tan importante.
La garganta de Taeyong convulsionó mientras tragaba. Él se limitó a mirar a Jaehyun y no dijo una palabra.
—¿Cuán avanzado está?
Taeyong bajó la mirada. —Más de cinco meses.
—Más de cinco meses —Jaehyun repitió—. Y todo este tiempo, has estado... ¿Por qué?