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El terror estaba en aquella mirada brillante, los destellos palpitantes de aquellos ojos a los que alguna vez juró amor. Ahora, esa luz se transformaba en una oscuridad irracional, un recuerdo de la fuerza antihumana. En sus manos temblorosas, sostenía el corazón aún caliente, con el olor a metal y las grietas secas de la sangre desbordadas en sus dedos.

Ese corazón, que una vez latió con amor y esperanza, ahora parecía un trofeo toxico, un recuerdo distorsionado de un deseo oculto y sombrío. Mientras lo observaba palpitar, un déjà vu perturbador inundaba su mente. Recordaba aquel impulso intenso, aquella fantasía prohibida de tomarlo, de sentir su vibración entre sus manos y ahora que lo tenia la decepción no tardo en llegar.

Cada pulsación de aquel órgano vital arrancado le recordaba la vida que alguna vez compartieron, ahora destrozada en un acto de violencia inconcebible. La línea entre el amor y la obsesión se había desdibujado, dejando un paisaje de horror y desesperación. En ese instante, la realidad se retorcía, y la verdad de su acto se revelaba en toda su crudeza.

La mirada cambió de dirección, y sus ojos se posaron en los labios que alguna vez quisieron besar. Ahora, esos preciosos labios estaban fríos, privados de vida. Con disgusto, se acercó y se agachó en el charco de sangre. "Oh, Lili, no tendrías por qué escapar de aquella manera", murmuró, su voz teñida de amargura.

El aliento caliente golpeando el cuerpo inerte mientras su corazón, aún en su mano izquierda, latía con una extraña persistencia. Su mano libre se acercó peligrosamente a aquella nariz que tanto le gustaba, redondita y puntiaguda. Sus uñas mordisqueadas rozaron las mejillas esponjosas y suaves, ahora frías bajo el viento traicionero.

Su mano pasó silenciosamente por aquel cabello castaño antes de levantarse. La decepción no tardó en llegar, envolviéndola al caer en cuenta de que aquella dulzura ya no estaba con ella, su fuente de deseo ya no estaba. Solo quedaba el sucio cuerpo inerte en aquel callejón, un testimonio silencioso de la tragedia que se había desatado. La vida que una vez conocio se había desvanecido, dejando tras de sí un vacío insoportable y la amarga realidad de que nunca podría recuperar lo que había perdido.


adios!

Aquel LatidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora