Visto sin poder mirar

2 0 0
                                    

¿De que sirve cada gota de bondad que desprende mí ser, si por el efímero placer que genera cada acción fugaz, con ella se deshace mí alma? Pues así me siento, harto de mí, de mirarme y no saber a qué cara hablarme: si a la angustia, si acaso es el miedo, será la vergüenza o solo ver el reflejo de una pared de huesos que se desgrana poco a poco.
Claro, la culpa no escapa de esto, ella es la gran artífice de esta catástrofe; creo yo, en los momentos en que obtengo un segundo de claridad en tanto alquitrán que rodea mí día a día, que la culpa por sentirme así y no poder tener una vida "normal" me lleva a ser bondadoso con terceros.
Pero ¿Cómo saltamos de un extremo al otro? ¿En qué cabeza cabe que la culpa y la bondad tienen relación alguna? Es tortuoso de solo pensarlo.
La culpa de no ser lo suficientemente suertudo, de no tener a nadie, de estar solo en este mundo, rodeado de voces y prejuicios que solo quieren verte hacer lo que ellos quieren y no lo que es lo mejor para vos; la culpa de ser tan ingenuo de ser de los pocos feligreses que creen con adoración en la reciprocidad y por ende, con todo el cariño que nos queda, en un acto desinteresadamente contradictorio, repartimos, con el simple criterio de ver las almas dulces y buenas, bondad a mansalva, esperando esa carta de contra-marcha tan ansiada.
Que regocijo tan triste el que uno llega a sentir. Ver la felicidad en ojos ajenos, ese cariño momentáneo expulsado por pupilas vidriosas y anhelar, con dolor, tener por una vez en la vida, esos ojos.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 17 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Título por defecto - Escribe el tuyo propioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora