Capítulo 28: El intruso de mis pensamientos.

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  Miré a mí alrededor con la respiración agitada y suspiré profundamente al ver que ya estaba en mi alcoba, solo había sido uno de esos sueños extraños que ya formaban parte de mí. Me senté en el borde de la cama, todo fue tan veloz que todavía sentía que estaba soñando, estaba empapado de sudor y mi silueta estaba marcada en las sábanas, tenía el cabello mojado y las manos agarrotadas, miré al reloj y vi que eran las 12:10 del mediodía. Nunca me había levantado tan tarde como en aquel día, estaba confundido y aturdido, me dolía la cabeza y sentía mucho cansancio a pesar de haber dormido por más de 10 horas, extendí la mano hacia la mesa y cogí mis gafas mientras me ponía de pie, levanté la mirada hacia el espejo recordando lo que había soñado y me coloqué lentamente los anteojos.

« ¿Qué diablos fue todo eso?» pensé, pasándome las manos por la cara. Tumbé la mirada hacia la mesa y observé que la vela se había derretido complemente sobre la madera. Quité las sábanas sudadas de mi cama y las tiré en la cesta de la ropa sucia, mi pijama estaba bastante mojada, parecía que me hubiera bañado con la ropa puesta.

Salí de la habitación con la marcha tambaleante y me dirigí al baño para darme una ducha, estuve por más de media hora bajo la regadera con los ojos cerrados, salí del baño y fui a la cocina para comer algo, parecía que tenía un monstruo rugiendo en mi estómago. La casa estaba sola, mi madre estaba con mi hermana visitando a mis abuelos maternos, mi padre no había llegado porque todavía estaba embriagándose con sus amigos alcohólicos. Era un buen momento para estudiar y concentrarme en lo que de verdad importaba, mi carrera y mi paz mental, la soledad era lo único que me recordaba el valor de la tranquilidad aunque no fuese algo imperecedero. Ya nada me importaba como antes, pero había una pequeña fuerza de mi interior que me daba ánimos para trabajar en mí mismo y recuperarme de mi desestabilidad emocional.

Intentaba bloquear los pensamientos intrusivos sobre alguien que no podía sacarme de la mente, pero era una pérdida de tiempo pensar en otras cosas cuando lo único en lo que quería pensar era en todo lo que había sucedido el día anterior, quizá tenía miedo de seguir aferrándome a la imagen de alguien que nunca fue como yo lo imaginaba.

Encendí mi teléfono y lo primero que me encontré fueron más de cien llamadas perdidas de Mónica, entré a WhatsApp y vi que tenía muchísimos mensajes de mi mejor amigo, sólo habían cuatro de Antonio. Antes que nada, les dejé un mensaje a mis amigos diciéndoles que me encontraba bien, no quería preocuparlos después de estar casi 24 horas ausentes, les escribí un largo testamento en el que explicaba detalladamente todo lo que había sucedido en la casa de Antonio y luego en la mía, al enviar el mensaje demoraron menos de tres minutos para responderme. Mónica me llamó inmediatamente y estuvimos hablando por dos horas mientras le contaba lo mucho que había sucedido, incluyendo el sueño en el que ella estaba. Por otra parte, Lisandro estaba devastado por lo que me había sucedido en la noche anterior con mi padre, él sentía impotencia de estar en otra ciudad y no poder estar conmigo para hablar personalmente sobre todo lo que estaba pasando.

Gran parte del día estuve estudiando con la mente bloqueada y los sentimientos tan acelerados como la velocidad de la luz, revisaba la bandeja de mensajes y veía que Antonio estaba en línea y yo todavía no entraba a su chat para responderle, no era el momento indicado para hablar porque él era última persona que quería ver, me sentía muy estúpido ignorándolo sabiendo que lo único que quería era hablarle, no podía dejar de pensar en él, en su voz, en su mirada, en su olor, en sus manos.

Al final de la tarde terminé de estudiar y me detuve a descansar mientras grababa mi audiolibro de autoayuda, estaba de pie ante la pintoresca y atrayente ventana de mi habitación, el cielo se coloreaba de naranja y azul con sus nubes rosas. Tenía puesto un abrigo grande color champagne y mis viejos jeans blancos, con los pies descalzos caminaba hacia los lados mientras leía para la grabadora de mi teléfono. No tenía un estudio de grabación para grabar el audiolibro de mi obra "Un Viaje Sin Retorno", hubiera deseado tener los recursos profesionales como un narrador experto, pero no tenía dinero para pagar algo como eso, así que yo mismo puedo convertirme en el narrador de mis propias letras.

22 NOCHESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora