17. París

579 54 28
                                    

Hazel King

París, Francia

10 de octubre

El aterrizaje estuvo bien, tranquilo y todo, la verdad si me puse algo nerviosa por si algún periodista o reportero se enteraba que los King viajarían a París, junto con un Bouffart.

Para mí está bien que no se enteren, no sé si soportaría tanto. Drystan va a nuestro lado, en su mundo.

Otra vez lo he notado distraído y un poco distante y otras veces solo se me queda viendo y me sonríe.

No se lo que pasa con él, no quiero presionarlo y sé que cuando esté listo me contará, así como él lo es conmigo. Con paciencia.

Drys lleva una gorra tapando su cabello rebelde que no ha peinado desde que salimos de Los Ángeles, en el vuelo su cabello se alborotó más, tuvo que sacar una gorra para que no se viera todo el pelo desaliñado.

—Ahora estoy en tu territorio —le susurró—. ¿Qué se siente volver?.

Baja su mirada a donde estoy yo, a veces odio ser tan bajita al lado suyo.

—No sé cómo expresarlo, estoy contento por ver a mi hermano y padre —hay un leve brillo en su mirada—. Creo que no es el lugar sino las personas que están en el.

Tiene razón, yo extrañaba a mis padres y no a Hollywood, aún así sigo echando de menos a una persona. A mi hermano, lo veré hasta acción de gracias y no sé si estoy lista para enfrentar a ese torbellino que es.

Hace tanto que no lo veo, le he echado una ojeada a su perfil de Instagram, sigue siendo un chico sonriente y coqueto, además de un buen dibujante. Seguro tendrá a todas las chicas detrás de él.

—¿Me llevarás a dar una vuelta por la Torre? —veo que se acerca a mí despacio.

Veo la sonrisa que se le forma en esos labios muy lindos que posee.

No pienses así de Drystan, es tu mejor amigo.

No debo de decir que tiene labios lindos, vale, que si los tiene y no hay forma de negarlo, ni yo que soy su amiga y la agente lo sabe, es un modelo, hay miles de chicas que babean por él.

Estamos esperando a que llegue el transporte que nos mandara el señor Bouffart padre de mi amigo. Si amigo.

Mis padres están en frente de nosotros. No nos prestan atención a nuestros asuntos.

—Quizá nos escapemos un ratito tú y yo, vayamos a dar una vuelta por todo el centro de París —juguetea con sus dedos que van a mi estómago, me hace unas leves cosquillas—. A mí me apetece subir a la Torre Eiffel, ir al museo de Louvre, ir a la Catedral del Notre Dame y a donde a ti también te apetezca ir.

Me retuerzo en sus dedos por las cosquillas que genera en mi vientre.

—Vale, para —suelto una risa mientras trato de alejar sus manos de mi—. Iremos a esos lugares.

De la nada siento como un flash se dispara en nuestro lado, nos han tomado una foto.

Nos congelamos ambos en nuestro sitio dejando todo al aire sobre lo que hacíamos. Nos quedamos tan quietos viendo de dónde ha salido eso. Busco con mi mirada a la persona que nos ha fotografiado.

Mi padre se ha levanto de su asiento para ver, ya no hay nadie y si lo hay se ha envuelto en toda esa gente que anda en el aeropuerto.

—Eso ha sido un paparazzi —Drystan lleva una cara de pocos amigos—, ni para eso saben disimular.

Yo también quiero mi final feliz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora