ENTRE LA CRUZ Y EL CORAZÓN (COMPLETA)

CAPITULO 8:

DICCIONARIO ANTIOQUEÑO (Léelo antes de empezar)

* Tintico: Diminutivo de tinto - café negro / Babasa: Espuma blanca que sale por la boca en las convulsiones  / Vaina: Cosa rara - problema muy grande  / Virgen del Agarradero: Expresión que denota sorpresa o miedo / Embotar: Atontar - marear / Bobadas: tonterías - cosas sin sentido  / Desembolsillar: sacar dinero u otro objeto del bolsillo  / Pieza: Cuarto - habitación  / Rendido: cansado - agotado.

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Después todo fue relativamente fácil. Salió dos horas más tarde con un frasquito café en la mano y las recomendaciones de la señora Estrella en su cabeza.

«No más de tres goticas. Lo pondrás a dormir como un oso si te excedes en el contenido».

La hechicera le había dado un remedio que no mataría a Jesús, a menos que se tomara el frasco entero de una sentada; pero que si lo doparía y así se libraría de que la tocara o a su pequeña. Pero de manera provisional. Pues las órdenes tajantes de Estrella eran que escapara de su verdugo lo antes posible. Su padrastro era según visiones de la mujer, un demonio muy peligroso y astuto, y en efecto como su sexto sentido se lo decía, iba tras Emilia.

Algo que Paulina no podía ni permitir por las curvas.

Fue por sus pequeños a casa de Maryuri y tras tomarse con ella un tintico, enfiló camino a la finca.

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Las primeras semanas no se atrevió a usar el brebaje. Siempre que se le ocurría pensaba que iba a matarlo y volvía a guardarlo en una alacena en todo el fondo, donde ni Jerónimo o Emi lo encontraran; y tampoco donde lo pillara Jesús. Pero cuando su padrastro volvió a las suyas, abusando de ella hasta dejarla agotada y con sus nervios al límite, no tuvo de otra.

El día de la fuga, horas antes, lo meditó todo muy bien y solo le informó de su plan a Jerónimo, que estuvo más que de acuerdo. Empacaron las cositas, le mandó un recado a Maryuri de que se iban, a través de una notita dentro de una bolsa de revuelto, que Jesús le entregó; y lo dejó todo listo. Su padrastro volvió dando las diez de la noche, con el genio alborotado; y cuando él le pidió algo de tomar, Pao no lo pensó ni un segundo.

—Aquí está lo que me pidió, Jesús—se lo llevó, con las manos un poco temblorosas. Los niños fingiendo dormir, cuando ya estaba todo fríamente calculado.

—Ya era hora—por primera vez le dio las gracias, y como ella lo observó mientras se lo tomaba, ansiosa por saber si en cualquier momento le saldría babasa por la boca, a él le entraron las dudas—no me habrá dado alguna vaina rara en el aguardiente, ¿no?

—¿Cómo se le ocurre, señor?—escondió las manos tras la espalda para que él no viera cómo le temblaban de los nervios.

Virgen del agarradero, si eso no hacía su efecto, y por el contrario lo mandaba a la tumba, ella estaría en serios problemas; empezando porque se le había ido un poco la mano con las gotas.

—Lo pensaba. Como la veo un poco nerviosita—le temblaron hasta las piernas cuando él se levantó—lave esto y camine. La espero en la pieza pa' ajustar unas cuenticas, acuérdese que el que la mantenga con sus hijos no es de gratis.

Ella se quedó en la cocina, sola, y los minutos pasaron. Su alma en vilo. Estrella no le había mencionado cuánto tardaría en hacer efecto, pero esperaba que pronto. Los ronquidos no se hicieron esperar y Paulina respiró aliviada.