Capítulo 3: "Los Sentimientos a la Distancia"

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Los días pasaban, y la relación entre Abigail y yo se fortalecía, pero la realidad de la distancia física persistía como una sombra que nos acompañaba en cada mensaje. La pantalla de mi teléfono seguía iluminándose con sus respuestas, pero la anhelada proximidad se mantenía elusiva.

—¿Te has preguntado alguna vez cómo sería encontrarnos en persona? —le confesé un día, dejando al descubierto mis pensamientos más profundos.

—Todo el tiempo —respondió Abigail, revelando que también cargaba con el peso de la distancia. —A veces, me pregunto si seríamos capaces de trasladar esta magia que tenemos aquí a la realidad.

Esa pregunta quedó flotando en el aire virtual, creando una pausa en nuestras conversaciones. La química virtual nos mantenía unidos, pero la incertidumbre del mundo real se interponía como una barrera invisible.

Decidimos explorar aún más nuestras emociones, sumergiéndonos en la contemplación de lo que significaba para nosotros esta conexión a larga distancia. Nuestros mensajes se volvieron más íntimos, desentrañando nuestros miedos y esperanzas en torno a la posibilidad de encontrarnos algún día.

—Me encantaría conocerte en persona —confesó Abigail—, pero a veces me asusta pensar en lo desconocido, en cómo sería cuando la pantalla ya no nos separa.

Sus palabras resonaron en mi mente, reflejando mis propias inquietudes. ¿Cómo sería cuando la realidad se materializará y dejáramos de ser solo avatares en una pantalla? La idea de enfrentar lo desconocido generaba tanto emoción como temor.

—Yo solo pienso en eso —respondo—, pero aún es muy pronto para vernos. ¿Llegará el día, no crees?

—Tienes razón.

—Vamos planeando nuestra boda —bromeo—. Podría ser acá en Colombia.

—¿Y por qué no acá en Uruguay?

—Me dijiste que quieren conocer Colombia, mataríamos dos pájaros de un tiro.

—Por lo que veo, ya tienes todo planeado —ríe—. ¿Qué otra cosa está en tus planes?

—La luna de miel podría ser en Italia y viviremos en Uruguay.

—Che, pero ya tienes todo preparado.

A medida que íbamos hablando, compartiendo historias y conociéndonos cada vez más, las cosas se tornaban muy bonitas, sinceras y esa vibra era más fuerte. Sin embargo, la pregunta persistía: ¿cómo podríamos hacer que esta conexión virtual floreciera en la realidad? Surgieron ideas y planes, pero todos enfrentaban el obstáculo infranqueable de la distancia física. Aunque el deseo estaba presente, la realidad práctica nos recordaba la complejidad de un encuentro cara a cara.

—Abby, haces de mis días los más lindos.

—Eres un niño muy especial para mí —responde—. Te quiero.

—Yo sé que es muy apresurado esto, pero desde ese primer instante nuestra conexión fue 100% exitosa.

—Eres como sacado de un libro — responde—¿Por qué eres tan lindo?

—Yo te creé en mis sueños y Dios se encargó de hacerte realidad, y de paso de cruzarte en mi camino.

—Siempre tan poeta.

Los sentimientos a la distancia nos empujaban a cuestionarnos si éramos capaces de convertir nuestros mundos digitales en una realidad tangible. Muchos dirán que una relación a larga distancia no es posible, pero para el amor no existen barreras, y cuando algo se quiere y es mutuo, se hace realidad. Yo creo en el amor a distancia, pienso que es una verdadera prueba de amor y sé el temor que puede causar, sé que es el temor de mucha gente. Algunos se han burlado y están convencidos de que no es posible, y les demostraré que sí lo es.
Mientras el sol se ocultaba en mi ciudad y amanecía en la suya, Abigail y yo nos enfrentábamos al desafío de dar el siguiente paso, sin estar seguros de dónde nos llevaría este camino a través del vasto lienzo del ciberespacio. Con temores e inseguridades, empezamos a dar rienda suelta a nuestros sentimientos y dejamos que el destino hiciera su trabajo, preguntándonos si al final terminaríamos juntos o no.

Para el amor solo existes tú y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora