Kim Minji odia las cosas del amor, y sobre todo, las novias. Su madre desea que tenga una pareja para que así sea feliz y deje de ser tan amargada, así que decide "alquilar" a una chica con una preciosa sonrisa, Kang Haerin, para que sea la novia de...
—Podríamos mandarnos a hacer unas camisetas con las siglas J.O.V.A.M.Y.H.P.Q.V.F.P.S., así seríamos únicas y especiales.
—Por Dios, Yunjin, si no te callas voy a meterte mi zapato en la boca.
—Vaya vaya, pero que princesa más agresiva.
—Apoyo las dos mociones, la de las camisetas y la del zapato.
Todas se giraron hacia Hyein, que se encogió en su lugar. Se limitaron a rodar los ojos, viendo entre los arbustos donde estaban escondidas, a Minji que había salido de su casa al fin, yendo a una tienda de discos para comprarse algo. Después de eso, la siguieron cuando caminó hacia un puesto de helados. En ese mismo momento estaba sentada en la banca de un parque, sin mostrar expresión alguna, indiferente al mundo.
Sin ver a la chica que se acercaba a hablar con ella.
—Es tan bella —suspiró Hanni.
—Tiene las mismas patotas que Hyein —se burló Yunjin.
—Lo que importa es cómo usa las manos, no los pies —replicó Hanni, callándolas.
La chica se detuvo frente a Minji, que la miró con el ceño fruncido.
—¿Qué quieres, Lucía? —preguntó Minji.
—Uy, mi amor, estás como puerta de taxi pa' darte duro —dijo Lucía sonriendo—. ¿No quieres ser mi segunda baby?
La pobre de Lucía terminó con el helado sobre su cabello.
Observaron a Minji marcharse a pisotones, gruñendo por lo bajo, y a Lucía que se iba a coquetear con un grupo de chicas al otro lado del parque.
—Eso fue un gran fracaso —dijo Danielle en medio del silencio.
—Oye, no me digas —espetó Hanni.
—Oh, no, ya van a comenzar —murmuró Chaewon.
—Sólo estoy señalando algo —protestó Marsh.
—Bueno, si no te gustó este plan, ¿qué se te ocurre a ti? ¿Acaso hacer que los extraterrestres se rapten a Hae y Minji y las dejen juntas en un planeta? —gruñó Hanni.
—Esa no es tan mala idea —concedió Danielle.
Hanni se giró hacia Hyein, que las observaba en silencio.
—¿Me puedes decir qué demonios le viste?
La aludida se removió en su lugar, incómoda, pero antes de hablar fue interrumpida por Yunjin.
—Sólo tenemos que hacer que Minji y Haerin hablen una vez más —dijo llamando la atención de sus amigas—. Estoy segura de que si vuelven a hablar, se aclararán las cosas entre ellas —observó a Hyein y Hanni—. ¿Han llamado a Hae?
—No responde las llamadas —dijo la vietnamita con pena.
—Y cuando vamos a su casa no nos abre —agregó Hyein.
Otro momento de silencio.
—Podríamos raptar a Haerin y hacer que Minji vaya a rescatarla como en una película de acción —sugirió Danielle de pronto.
—Y luego mandarnos a hacer camisetas —cedió Yunjin
—O simplemente —dijo Chaewon entre dientes—, hacemos que esas dos se encuentren por accidente.
—Qué aburrida —resopló Yunjin.
—Jinnie, cariño, ya van dos meses sin sexo —dijo Chaewon con dulzura.
—¡Veremos quién se jode, si tú o yo! —chilló su novia.
—¿Eso es una apuesta? —replicó Chaewon.
—¿Cómo podemos estar manteniendo esta conversación? —preguntó Pham exasperada—. Averiguaremos qué está haciendo Haerin. Cuando lo sepamos, ustedes se encargarán de llevar a Minji allá, ¿entendido?
—¿Averiguaremos? —murmuró Hyein.
—Sí —Hanni la miró con los ojos entrecerrados—, tú, Danielle y yo iremos. Es hora de tener una conversación.
—Santa Virgen de la papaya, esta noche te castran —rezó Chaewon señalando a una pálida Hyein.
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