Después de un pesado día de trabajo, [Tn] decidió que era más que merecido un baño de burbujas y sales con efecto relajante. Y para amenizar el ambiente, bastaba con cerrar los ojos concentrándose en el golpeteo de la lluvia que parecía arreciar por momentos.
Un largo suspiro de bienestar fue liberado antes de que ella se sumergiera hasta el cuello para disfrutar del sentimiento de tranquilidad.
Podía advertir claramente como se destensaba cada músculo agarrotado en sus hombros y espalda.
—Placeres de la vida —murmuró para sí, sonriente, manteniendo los ojos cerrados.
Aquello que ella había denominado tal cual, por poco la hizo quedarse dormida.
Tras darse cuenta de que era hora de salir de la vieja tina, antes de que se arrugara como una pasa; se puso de pie y cogió la toalla que pendía de una barra metálica a la altura de su pecho en la pared.
Lamentó no haber tenido tiempo disponible en toda esa semana para encargarse de lavar su ropa. No tenía otra toalla limpia aparte de esa, de modo que tendría que usarla también para secarse el cabello.
Estaba tan relajada que dio gracias por haberse cepillado los dientes antes de permitirse el baño de burbujas. Todo lo que quería ahora, era irse a la cama.
Salió del pequeño cuarto de baño donde predominaba el blanco, y enfiló hacia la puerta comunicante con su habitación.
Se detuvo, puesto que recordó que necesitaba la crema corporal y el cepillo para su larga melena.
En la pequeña habitación había una cama unipersonal con cabecera de metal pintada en color blanco. Dicha cama se hallaba pegada a lo largo de la pared, donde a pocos pasos se situaba la puerta que la conducía a un corto pasillo. Más allá se encontraban las escaleras que bajaban a una reducida sala de estar que colindaba con una diminuta cocina, y un comedor que constaba de una mesa cuadrada para cuatro personas; aunque solo había una silla dado que vivía sola.
Colocó la crema corporal y el cepillo sobre la mesa auxiliar de madera pintada en azul cielo. Tocó la lámpara de noche para aumentar la intensidad de la luz un poco amarillenta. Frunció el ceño cuando notó que las sábanas blancas estaban muy desgastadas. Pronto tendría que comprar otro juego. Esperaba que su situación económica mejorase pronto. Necesitaba reemplazar muchas cosas en la pequeña vivienda que había heredado de su madre.
Suspiró descartando sus preocupaciones. No quería pensar en nada que estropeara su anterior momento de relajación.
Encendió el dial tone que permanecía junto a la lámpara, y dejó que la suave melodía inundara sus tímpanos.
Se desenvolvió el cuerpo desnudo y se agachó para secarse las pantorrillas. No se olvidó de su cabello, el cual se enrolló con la misma toalla para que absorbiera la humedad.