"El laberinto de los recuerdos"

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"Como Orfeo descendiendo al inframundo en busca de Eurídice, Jezebel se adentraba en las profundidades de su pasado en busca de respuestas, sabiendo que un solo paso en falso podría condenarla a la oscuridad."

Londres. Presente.


Jezebe

Jezebel apenas había dormido la noche anterior. Los pensamientos sobre los mensajes y la conversación con Han seguían rondando su mente. La mañana en Londres era gris y lluviosa, lo que parecía un reflejo perfecto de su estado de ánimo. Mientras miraba por la ventana de su pequeño apartamento, decidió que no podía esperar más. Necesitaba respuestas y París parecía ser el lugar para encontrarlas.

Tomó una decisión impulsiva y comenzó a empacar una pequeña maleta. Justo cuando estaba a punto de salir, su teléfono sonó. Frunció el ceño al ver un número desconocido en la pantalla, pero decidió contestar.

-¿Hola? -dijo, con un tono cauteloso.

-¿Me comunico con Jezebel Williams?-preguntó aquella voz.

Esa voz... la reconocía.

Jezebel sintió un escalofrío recorrer su espalda al reconocer la voz al otro lado del teléfono. Era Joans. Durante un momento, no supo qué decir. Las emociones se agolparon dentro de ella: la confusión, el dolor, la ira. Finalmente, reunió la fuerza suficiente para responder, aunque su voz temblaba ligeramente.

-Sí, soy yo. ¿Joans? -preguntó, su corazón latiendo con fuerza.

-Jezebel, necesito verte. Hay muchas cosas que necesitamos hablar. -dijo Joans, su voz sonando urgente y un tanto nerviosa.

Jezebel se mordió el labio inferior, luchando contra la tormenta de emociones que la invadía. Durante tanto tiempo había anhelado escuchar su voz, pero ahora que estaba al teléfono con él, no sabía si estaba lista para enfrentar lo que vendría.

-¿Dónde estás? -preguntó finalmente, tratando de mantener la calma.

-En Londres. ¿Podríamos encontrarnos? Sé que es mucho pedir después de todo lo que ha pasado, pero necesito explicarte algunas cosas. -respondió Joans, su voz cargada de urgencia.

Jezebel se quedó en silencio por un momento, sintiendo que el mundo se reducía a esa llamada telefónica. Sabía que encontrarse con Joans podía ser arriesgado, pero también necesitaba respuestas. Después de un suspiro profundo, tomó una decisión.

-Está bien. Hay un café cerca de mi apartamento. ¿Podemos encontrarnos allí en una hora? -propuso, su voz resonando con determinación.

-Perfecto. Nos vemos en una hora. -dijo Joans, su tono aliviado.

Sin más palabras, colgaron. Jezebel se quedó parada en medio de su apartamento, sintiendo una mezcla de alivio y nerviosismo. No sabía qué esperar de este encuentro, pero sabía que necesitaba enfrentar a Joans y buscar las respuestas que tanto necesitaba.

Después de un rápido cambio de ropa y un último vistazo a su reflejo en el espejo, Jezebel salió de su apartamento rumbo al café. La lluvia caía suavemente, empapando las calles de Londres mientras ella caminaba con paso firme, decidida a descubrir la verdad, sin importar lo dolorosa que pudiera ser.

Jezebel llegó temprano al café. Escogió una mesa apartada hacia atrás, desde donde podía observar la entrada sin llamar mucho la atención. Su corazón latía rápido mientras esperaba, su mente repasaba sus encuentros pasados y las preguntas sin respuesta que la atormentaban.

Los minutos pasaron hasta que finalmente Joans entró en el café, escaneando el lugar hasta que sus ojos se encontraron con los de Jezebel. Vaciló por un momento, con una expresión indescifrable, antes de dirigirse hacia la mesa de ella. Al acercarse, Jezebel notó la tensión en sus hombros y las líneas de preocupación marcadas en su rostro.

Ecos de un Amor PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora