27 5 0
                                    

Keeho escucha el sonido de alguna envoltura siendo deslizada por la superficie de la mesa.

Levanta la vista y se encuentra con un chocolate.

― ¿Alguna vez te has excedido con el chocolate después de una ruptura? ― Keeho le da una mirada confusa a Jiung. ― ¿Eso es un no?

Keeho sigue confundido, Jiung no suele regalar dulces todos los días. Mucho menos hace preguntas extrañas.

― ¿Por qué preguntas? ― Jiung se sienta a un lado de Keeho mientras esté aún lo observa.

― Pareces estar triste, solo quiero ayudarte aunque sea un poco. ― Keeho sonríe por la pequeña declaración de Jiung.

― Entonces debería agradecerte. ― Keeho hace el ademán de abrazar a Jiung, pero este es lo suficientemente rápido como para esquivarlo.

― ¡Oh, vamos! ― Keeho termina haciendo un pequeño puchero al haber sido rechazado.

― Vaya, ¡Que tarde es! Tengo que irme ya, nos vemos luego. ― Jiung observa su reloj imaginario en una de sus muñecas, luego sale casi corriendo dejando a Keeho solo en una de las mesas del comedor.

Su corazón late rápidamente, y Jiung intenta convencerse de que solo es por el pequeño maratón que hizo, pero en el fondo sabe que el responsable de aquello es Keeho, y lo detesta, o al menos eso quiere creer él.

Sabe que sus sentimientos no son solo de amistad, lo sabe desde hace bastante tiempo, pero siempre intenta convencerse de algo que no es.

Supo que su corazón le pertenecía al mayor desde que sonreía al ver los mensajes que solían compartir y también cuando se entristecía al no tener una respuesta rápida o cuando no recibía el clásico mensaje en donde le deseaba un buen día. Aunque terminó por aceptar que le gustaba cuando en lo único en que pensaba todo el tiempo era en él. Fue peor cuando se dio cuenta de lo mucho que le afectaba el estado de ánimo del mayor, si él estaba triste, Jiung también lo estaría, si estaba feliz, él también lo sería.

Jiung sabe que el único habitante de su mente y corazón es Keeho, y eso es un gran problema.

Piensa que lo único que puede hacer ahora, es no pensar más en Keeho, e intentar alejarse de él, no quiere salir lastimado sabiendo que tal vez el mayor nunca le haga caso. Pero después todos sus pensamientos son derrumbados con unas cuentas palabras.

― ¿Y qué? Tú base es un tal vez. Ese tal vez te está dando una oportunidad, puedes tomarla y ganar. ― las palabras de Intak le dan una esperanza, aunque siente que suena como el entrenador en esas películas de adolescentes compitiendo, pero él es tan pesimista que en su cerebro siempre estará buscando un punto negativo.

― ¿Y si esa oportunidad termina en un no rotundo? ― Intak comienza a hartarse y realmente quiere golpearlo, pero su lado sensato no le deja hacer algo como eso.

― Al menos sabrás que lo intentaste. ― Jiung piensa que Intak tiene un punto. Y por primera vez en mucho tiempo, reúne toda la valentía que puede y se dispone a apostar.

"Será todo o nada." Se dice a sí mismo en un intento por mantener la valentía que había reunido.

Se maldice al darse cuenta de dos cosas:

1. Son aproximadamente las dos de la mañana.

2. Ya no tiene tiempo de arrepentirse, ahora mismo está justo frente a la casa del mayor.

Suspira mientras toca el timbre, y hasta ahora es cuando nota lo frías que están sus manos. Intenta entrar en calor lo antes posible, pero se vuelve imposible cuando la puerta se abre y él puede observar a su mayor con el cabello despeinado y en pijama. Sonríe por lo tierna que es la imagen.

― No tienes frío. ― Keeho frota sus ojos levemente con sus muñecas intentando despejarse. No tiene ni la menor idea de la hora que es, pero eso no tiene mucha relevancia para él en ese momento.

― Un poco. ― Keeho se aparta de la puerta esperando a que Jiung pase dentro, una vez ambos están dentro, cierra la puerta.

― ¿Qué hora es? ― Keeho pregunta viendo al reloj que se encuentra colgado en una de las paredes de la sala de estar recordando que no sirve.

― ¿Puedo hacerte una pregunta? ― Jiung no le toma importancia a la que dice Keeho, tiene algo más en mente que no le deja prestar atención a cualquier otra cosa.

― Ya la hiciste. ― Jiung se ríe por la respuesta, Keeho suele ser así, por ello decide hacer su pregunta.

― ¿Alguna vez te has excedido con el chocolate después de una ruptura? ― Keeho recuerda haber escuchado esa pregunta con anterioridad, pero aun así no responde.

― ¿Por qué? ― Jiung toma una gran respiración, pensando en que lo que dirá a continuación carece de sentido alguno.

― En la antigüedad los médicos comúnmente recomendaban el chocolate como una cura para el corazón roto. ― Keeho sigue con la misma expresión de confusión y Jiung prosigue con su explicación. ― Últimamente te ves bastante triste como...

― ¿Si me hubieran roto el corazón? ― Jiung asiente y un segundo después siente como es golpeado con uno de los cojines del sofá. ― Así es como me tienes imbécil.

Jiung ve como aparece un pequeño puchero en los labios de Keeho, aún sin entender a qué se refiere.

― ¿Por qué yo? ― es lo único que dice con una expresión de sorpresa mezclada con un poco de confusión.

― ¿Cómo que por qué? Has estado tan distante últimamente, solo vienes unos segundos conmigo y después me dejas como un perro en la calle. ― Keeho sigue con el puchero en sus labios, pero ahora su entrecejo se frunce un poco mientras mantiene los brazos cruzados sobre su pecho.

― Espera, ¿Estás así por qué...

― ¡Sí! ― Keeho interrumpe a Jiung antes de escuchar la pregunta completa. ― Parece que ya no me quieres.

Por una parte, Jiung se siente aliviado, pero por otra un tanto enojado consigo mismo por no haberle prestado la atención suficiente a Keeho como para saber que no estaba triste por tener el corazón roto.

― Entonces... ― Keeho levanta la cabeza y mira fijamente a Jiung mientras esté habla. ― ¿Eso significa que no tienes un corazón roto?

― Lo tendré si sigues evitándome. ― Jiung no está seguro de que es exactamente lo que está pasando entre ellos.

― ¿Nosotros...

― Aún estamos a tiempo de pasar San Valentín juntos. ― Jiung sonríe y para Keeho eso es suficiente para seguir hablando. ― Decir que quiero pasar el resto de mi vida junto a ti es algo muy cursi, pero creo que es justo lo quiero.

― Podría decir lo mismo, pero no creo ser bueno con las palabras. ― Keeho sonríe porque ambos saben que las palabras no son necesarias. Bastan un par de miradas para que entiendan como se siente el uno por el otro, y eso es más que suficiente.

Ninguno de los dos piensa en perder el tiempo, Keeho actúa de forma rápida robándole un pequeño pero dulce beso a Jiung, juntando sus labios delicadamente, apenas sintiendo lo dulce que son los labios del contrario.

La noche empieza a pasar de una manera rápida y en cuanto el cansancio los vence terminan quedándose dormidos en la sala.

chocolat 𔘓 keeungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora