XIII. Reuniones incómodas

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Los cinco cazadores se encontraban en la finca del pilar de la llama.
Tojuro les había servido algo de te mientras Kyojuro buscaba algunas palabras para iniciar una conversación.

—. Disculpe señor Rengoku, pero. ¿Porque no volvió a la organización de cazadores? — pregunto la albina ocultando su emoción.

—. Eso es personal niña.—

Mientras los adultos hablaban, Tojuro se acercó al pelinegro de ojos verdes susurrándole algo.

—. Hola Aoba. Me alegra verte.—

Hashibira se volteo mirando al rubio menor, los dos se sonrieron con ligera nostalgia.

Cuidadosamente los dos se alejaron de la conversación, yendo a la cocina para que no los escuchen.

—. Me alegra verte bien.— hablo Tojuro.

—. Hierba mala no muere Tojuro.—

Los dos rieron bajo.

—. Por cierto. No entiendo nada de lo que está pasando, ¿Porque tú tío protegió a ese demonio? — hablo el azabache.

Tojuro estaba a punto de contarle; sin embargo, el problema era de Kyojuro y Giyuu, el solo era un tercero, no se sentia apto para contar esa historia.

—. Solo puedo decirte que ellos tiene una historia complicada.— comento Tojuro incómodo.

Aoba decidió no preguntar más.

Los tres adultos conversaban en la otra habitación sobre el tema a tratar

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Los tres adultos conversaban en la otra habitación sobre el tema a tratar.

Kyojuro les había sacado información descubriendo que eran hijos de su amigo Uzui Tengen, la chica se llamaba Uzui Tomoyo y el chico Uzui Yūto.

Los dos hermanos tenían personalidades totalmente diferentes, se dió cuenta que si nombraba a su padre los dos tenían reacciones distintas, la chica sonreía orgullosa y decía lo buen padre que había sido, el chico simplemente se callaba y de vez en cuando le daba la razón a su hermana, al parecer Uzui no había sido muy justo con sus hijos.

En un momento de la conversación Rengoku menciono que debía irse, necesitaba hablar de algo urgente con el demonio amarrado afuera, dejo a los chicos solos en un silencio incómodo.

—. Así que la historia que nos contó nuestro padre fue real...— susurro Yūto.

—. Era obvio. Es como ese cuento extranjero de Romeo y Julieta.— hablo Tomoyo emocionada. —. Solo que los dos son hombres.—

Yūto ni dijo nada. Recuerda que su padre les había leído ese cuento, esperaba que el final no fuera el mismo.

—. Nuestro padre no nos contó que ese chico se convirtió en demonio.— Yūto comenzó a sobre pensar.

—. Probablemente el tampoco sabía, de todos modos, si nos pide nuestra ayuda debemos ayudarlo.— su hermano la miro  molesto —. Aunque aún tenemos que esperar la respuesta de papá.— su hermano se calmo.

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