Capítulo 2

0 0 0
                                    

Ya hacía varias horas que había amanecido, y como cada día, Hillary comprobaba el estado de Kyle, que seguía inmóvil en la cama. Junto a ella, Hipatia terminaba de preparar el ungüento que tocaba probar ese día.

—¿Crees que esto podría funcionar?— El frasco que tenía Hipatia entre sus manos burbujeaba lentamente, y su color rojo como la sangre hizo que Hillary pusiera una mueca de asco al verlo.— No tiene buena pinta.

—Según el libro es normal que tenga este aspecto.— dijo Hipatia con una sonrisa al ver la cara de la joven.— Hay que empezar ya a probar este tipo de pócimas. Dices que Alistar creció aprendiendo magia oscura, no es de extrañar que pudo haber añadido algún hechizo demoníaco en su espada. Nosotros no tenemos demasiados conocimientos sobre ello, y tal vez por eso no podemos detectarlo. La magia negra es demasiado poderosa.

—Lo sé.— Hillary suspiró mirando de reojo a Kyle y ambas se acercaron a un lado de la cama de su amigo.— Déjame hacerlo a mí. ¿Cómo sabré que ha hecho efecto?

Hipatia le pasó el frasco con cuidado y se dio la vuelta hasta la mesa, para leer con atención.

—Deebería empezar a burbujear aún más fuerte después de cinco minutos. Si el hechizo demoníaco es positivo, el ungüento se absorberá por la piel para contrarrestarlo, si no, comenzará a quemar la piel.— Al terminar de leer sujetó un trapo húmedo y se colocó de vuelta junto a Hillary.— Estoy preparada por si no funciona. Recuerda no tocarlo directamente con tus manos.— La jóven asintió mientras Hipatia apartaba la manta que cubría a Kyle hasta dejar su pecho al dscubierto.

Hillary lo miró con tristeza al ver las cicatrices que tenía por todo el cuerpo. Imaginó el dolor que debía haber sentido con cada una de ellas, y sintió un gran dolor en el pecho.

—Por favor, que funcione.— dijo en voz baja tomando un poco del mejunje con una pequeña espátula para acercarla al cuerpo de Kyle.

—Espera.— Hipatia detuvo el brazo de Hillary y miró al chico con detenimiento.— Creo que se ha movido.

Ambas miraron durante varios segundos a Kyle, hasta que un movimiento de su cabeza hizo que Hillary apartara el tarro de su lado para acercarse a él.

—¿Kyle? ¿Estás aquí?— Su amigo soltó unos quejidos al intentar hablar, pero abrió los ojos, lo que hizo que Hillary sonriera con emoción.

—¿Qué... qué ha pasado?— La voz de Kyle sonaba muy ronca, por lo que Hipatia le aceercó un vaso de agua.

—Voy a avisar a alguien.— En el momento en que Hipatia se alejó para salir de la habitación, Kyle miró a su lado, como si hubiera alguien tumbado con él, pero volvió a mirar a Hillary con confusión.

—¿Por qué estamos aquí? ¿Dónde está Siena?— Kyle se levantó tan rápido que Hillary no pudo impedirlo d e ningún modo y lo siguió mientras andaba hasta la puerta.

—Kyle, espera. Te contaré todo lo qu ha pasado pero debo comprobar que estás bien.— dijo intentando sujetar el brazo de Kyle.— Has estado mucho tiempo inconsciente. Tienes que comer algo. Por favor.

Poco después ya le habían traído algo para comer, y estaba sentado en la cama escuchando con atención lo que le contaba Hillary sobre lo ocurrido esas dos semanas.

—¿Ya han dejado algo en claro para ir a buscarla?— dijo Kyle con la mirada fija en un punto de su plato, pensativo.

—Al parecer no, el rey está enfadado con los caballeros por no haber hecho nada en todo el tiempo que estuvimos fuera.— Hillary se sentó junto a él también con la mirada perdida.— Y tampoco tienen claro dónde puede estar.

El legado Pendragon II: El renacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora