Capitulo II

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El viaje de Lucas hacia la cabaña de Elio fue una prueba de resistencia y determinación. Desde que dejó el pueblo al amanecer, enfrentó una serie de desafíos que pusieron a prueba su valentía y su voluntad de hierro.

El sendero que conducía a las montañas estaba lleno de obstáculos: rocas resbaladizas, precipicios profundos y la constante amenaza de criaturas salvajes que acechaban en la oscuridad del bosque.

Lucas tuvo que sortear cada uno de estos peligros con cuidado y astucia, manteniendo la imagen de la cabaña del sabio como su objetivo final.

Las horas se convirtieron en días mientras avanzaba hacia su destino, enfrentando la fatiga y el agotamiento a medida que ascendía por las empinadas pendientes. Pero su determinación nunca flaqueó, alimentada por la esperanza de encontrar a Elio y convencerlo de unirse a su causa.

Finalmente, después de una travesía agotadora, divisó la cabaña entre los árboles retorcidos, una visión bienvenida después de días de viaje solitario. Con un suspiro de alivio, se acercó a la puerta y golpeó con los nudillos, esperando una respuesta que tardaba en llegar.

La puerta se abrió con un crujido, revelando la figura encorvada de Elio, cuya mirada dura parecía atravesarlo. "¿Qué quieres?", gruñó el anciano, con voz áspera como el rugido del viento.

– "Mi nombre es Lucas" – comenzó el joven, tratando de mantener la calma a pesar del escalofrío que le recorría la espalda. "He venido en busca de tu sabiduría y tu ayuda. El pueblo necesita tu conocimiento para enfrentar las enfermedades que lo afligen".

Elio lo observó en silencio por un momento, sus ojos destellando con desconfianza. "No tengo tiempo para las tonterías de los forasteros", dijo bruscamente, y comenzó a cerrar la puerta.

Lucas sintió un destello de desesperación. "Por favor, necesitamos tu ayuda", suplicó, colocando una mano contra la puerta para evitar que se cerrara por completo. "Las vidas de muchos están en juego. No puedo permitirme fracasar."

El anciano lo miró con incredulidad, como si no pudiera entender por qué alguien seguiría insistiendo después de que él ya había rechazado su petición. "Ve a buscar ayuda en otra parte", gruñó, empujando la puerta con más fuerza.

Lucas sabía que no podía darse por vencido. Se apartó de la puerta, pero se mantuvo firme en su lugar. "No me iré hasta que me escuches", declaró con determinación. "Haré lo que sea necesario para convencerte de que me ayudes."

Elio lo observó con una mezcla de incredulidad y molestia. "Muy bien", dijo finalmente, con un suspiro cansado. "Puedes quedarte afuera y esperar. Pero no esperes que cambie de opinión."

Con un gesto de resignación, Lucas se alejó de la puerta y se sentó en el umbral de la cabaña, enfrentando la oscuridad del bosque y el frío penetrante de la noche. Sabía que la tarea que tenía por delante no sería fácil, pero estaba decidido a perseverar hasta el final.

Y así, en esa noche solitaria en las montañas, comenzó una batalla de voluntades entre dos almas obstinadas, cada una decidida a seguir su propio camino, sin importar las consecuencias.

La Odisea de Elio y LucasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora