La Odisea de Elio y Lucas

Capitulo V

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El sol apenas comenzaba a asomarse sobre el horizonte cuando Lucas, con una mirada llena de expectación, se acercó a Elio, quien estaba ocupado ajustando las correas de su mochila.

—Elio, ¿alguna vez has estado en este camino antes? —preguntó Lucas, con un tono de curiosidad evidente en su voz.

Elio levantó la mirada, sus ojos oscuros fijos en el horizonte, antes de responder con su habitual reserva: — No.

Lucas notó la falta de entusiasmo en la respuesta de Elio y decidió intentar un enfoque diferente.

—Y ¿qué has hecho durante todos estos años? ¿Por qué te has aislado solo en las montañas? —inquirió, esperando obtener más información sobre el enigmático hombre que había accedido a acompañarlo en su búsqueda.

Elio frunció el ceño, molesto por las preguntas intrusivas de Lucas. Decidió no dignarlas con una respuesta y en lugar de eso, continuó ajustando su equipo sin prestar atención a las palabras de Lucas.

Lucas se sintió incómodo por la respuesta evasiva de Elio, pero decidió no presionarlo más. A medida que avanzaban por los senderos empinados, la conversación entre ellos se volvió escasa, con Elio concentrado en el camino y Lucas perdido en sus propios pensamientos.

Horas después, cuando el sol alcanzaba su punto más alto en el cielo, Elio decidió que era hora de descansar. Montaron sus carpas y encendieron una fogata para calentarse y preparar algo de comida.

Mientras Elio se acomodaba en su tienda y se preparaba para descansar, Lucas se quedó frente a la fogata, observando las llamas danzar en la oscuridad de la noche. La calidez del fuego contrastaba con el aire fresco de la montaña, creando un ambiente reconfortante pero cargado de anticipación.

Pasaron horas en silencio, con Lucas perdido en sus propios pensamientos mientras el fuego crepitaba suavemente a su lado. Finalmente, el cansancio lo venció y se recostó cerca de la fogata.