Capítulo 11. Relajate.

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Jesús

Me echo agua en el pelo y me lo peino hacia arriba como siempre.
Veo que mi hermano está haciendo prácticamente lo mismo y sonrío.
Él tiene unas jodidas ganas de ver a Marta impresionantes, y yo estoy todo lo nervioso que se puede estar. La verdad no sé exactamente por qué, pero lo estoy.

Me echo dos gotas de colonia a cada lado del cuello y me miro en espejo.
Llevo una camiseta de manga corta azul clarita, unos vaqueros y unas Vans de Mickey Mouse grises que me regalaron el otro día.
Mi hermano va con una camiseta como la mía pero en verde, unos pantalones blancos cortos, y las Hummel blancas con una línea azul y otra roja.
Los dos nos miramos mutuamente de arriba a abajo y asentimos.

Mientras busco una pulsera en el baúl donde tenemos parte de los regalos de nuestras fans, mi hermano le esta informando a mi madre de que vamos a salir, oigo que no le hace mucha gracia pero finalmente mi hermano la convence y nuestro padre se ofrece a llevarnos a donde sea.
–No podéis ir solos por ahí–Añade papá colocándose la chaqueta.

–¿Mi reloj?–Oigo gritar a mi gemelo y me miro la muñeca sonriente.

–¡Lo tengo yo!–Grito, saliendo tras mi padre por la puerta principal.
Veo correr a mi hermano por el pasillo, darle un beso a mi madre, y empujar con el pie la puerta para cerrarla.

Veo que faltan escasos segundos para que mi padre pare donde le hemos dicho-Un poco antes de donde están las chicas porque no pueden saber que hemos quedado con ellas-Y noto un puto cosquilleo continuo en el estómago. Me recuerda al que tuve el año pasado cuando estábamos en las audiciones a ciegas y me paso las manos por la cara para tranquilizarme.
No sé que coño pasa.

Dani se humedece continuamente los labios con la lengua y me está sacando de quicio.

–Para de hacer eso, tío–Le pido con resignación y me mira volviéndolo a hacer.

–Relájate y no te molestará–Me pone la mano en la pierna y sonríe-Llevamos dieciséis años juntos y jamás te habías quejado de que me humedeciera los labios, así que o te relajas o no te dejo salir del coche.

Asiento y respiro hondo.
No sé si es porque voy a ver a Raquel después de que me diera calabazas, o porque coño estoy así.

Ambos nos bajamos del coche y mi hermano se tropieza con una baldosa. Río sin poder evitarlo y el me imita divertido.

Gracias a Dios, en la calle hay poquísima gente y la mayor parte son personas de bastante edad.
Hace un calor de la ostia y toda la gente estará en la piscina.

Al girar la esquina se ve el banco donde tanto Raquel como Marta están sentadas. Cierro los ojos y suspiro ante la atenta mirada de mi hermano.
Nos acercamos y veo a mi fan número uno con las piernas sobre las rodilla de Marta, la cabeza hacia atrás y los ojos cerrados.

–Hola–Saluda mi hermano sonriendo a Marta y luego haciéndome una pequeña caricia en el brazo para relajarme.

–Hola–Saluda ella mirándonos a ambos–¡Quita¡– Le dice a su amiga levantándole las piernas de encima suyo.

Veo como Raquel abre un ojo y nos divisa como puede a ambos, ya que el sol le esta dando de pleno en la cara.

Me sonríe, o eso creo, y se levanta a la vez que Marta le da un beso en la mejilla a mi hermano.

–¿Ahora vas a cambiar el sitio donde me das los besos o qué?–Oigo a Dani y tanto Raquel como yo ponemos los ojos en blanco al mismo tiempo.

Me abraza, y le correspondo inmediatamente. Apoyo la cabeza en su cuello y puedo oler una mezcla de fresa con algo raro que lo hace un perfume adictivo y más si esta en su piel. Me aprieta el cuello con sus brazos y siento su respiración en el.

Le doy dos besos a Marta y caminamos durante 5 minutos por un callejón en el que no había nadie.

En el centro de la ciudad, dos niñas nos paran ilusionadas para hacerse una foto, y Raquel es la que se ofrece a sacarla.

–¡Mira!–Oigo gritar a Marta y veo como arrastra a su amiga hasta una tienda. Me permito mirar lo bien que le quedan esos pantalones cortos a Raquel, y sé que mi hermano esta haciendo lo mismo con Marta.

Ambos nos miramos y él se ríe divertido.
Me coloco detrás de Raquel y veo que están mirando una camiseta con un signo raro en el centro.

–Eres súper pesada, Marta–Dice empujándole para seguir andando.

–¿Qué era?–Pregunto, volviendo la cabeza al escaparate.

–¡Una camiseta con el signo de Harry Potter!–Me grita Marta súper ilusionada y su amiga bufa medio sonriendo.

–Es una pesada, se ha viciado a los libros de ese chaval–Rio por la forma en la que se expresa y veo como mi hermano le rodea los hombros a Marta sonriente.

***

–Esa es–Afirma la pequeña de las amigas señalando un cartel con una pareja mirándose. El chico lleva un sombrero vaquero, y según he leído, tiene algo que ver.

Compramos las entradas y sé que la que las vende me ha reconocido porque creo que me ha cobrado menos que a las chicas.

En la tienda de chuches averiguo que a Raquel no le gusta el chocolate negro y que ama las Pringles más que a su vida. Que prefiere no tomar Coca-Cola porque tiene mucho gas, y que le encanta el café.

Nos compramos unas palomitas grandes para los cuatro, mi hermano se coge un agua, yo una Coca-Cola y las chicas una Fanta Naranja.

Creo que Marta ha cogido unos Doritos. Y Raquel sus patatas amadas.

Esta última me agarra la mano para correr a subir a las butacas, ya que están todas las luces apagadas y sé que le está dando una vergüenza que flipas.
Me siento a su lado y la miro sonriendo e intentando relajarme por lo que acabo de sentir.

Tu Sonrisa En Mis Pupilas. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora