CAPITULO 27:

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DICCIONARIO ANTIOQUEÑO (Léelo antes de empezar)

* Dar papaya: Se usa mucho en Colombia y se refiere a propiciar una situación en la que se puede salir perjudicado "No dé la oportunidad de que las personas se enteren de algo. Eso es no dar papaya"  / Canilla: Grifo - llave del agua  / Emparamar: Mojar del todo  / Al zoco: Rápido - a mil / Metiche:  Entrometido - chismoso

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Paulina supo que algo extraño estaba pasando en la casa cural, un viernes al mediodía, antes de que sus pequeños salieran de las clases. Los padres movían cosas allí y allá en el piso de arriba, y cuando ella limpiaba no la dejaron entrar a la oficina que manejaban ambos. Se secreteaban mutuamente y cuando ella se acercaba, cambiaban el tema o le pedían algún favor con tal de que se retirará.

Si se tuviese en un peor concepto de sí misma, pensaría que era que la iban a echar del trabajo. Pero Paulina no era boba, y con la manera en que el padre Luis le elogiaba todos los días las comidas, dudaba que se tratara de un despido lo que pretendían. Era otra cosa, pero ella no estaba segura si sería bueno averiguar de qué se trataba. Por fisgona ya una vez su madre la había castigado con rejo – Le picó una de las cicatrices de la espalda – así que mejor no dar papaya, y seguir en su trabajo.

Sacaba unas papas de un cajón para pelarlas, cuando el padre entró a la cocina.

—Paulina.

Solo mirarlo un segundo, fue suficiente para apretarle un poco el estómago del nerviosismo. Todavía recordaba la conversación de días anteriores, su cercanía; y le faltaba el aire. Por no decir que sus manos y pies se ponían de gelatina.

—Padre, ¿necesita algo? ¿Quiere que le prepare un tinto?

Él sonrió, pero permaneció muy lejos de ella.

—No, Paulina. Necesitaba hablar de algo con usted.

Y fue tan serio, que ahora la idea de que tal vez sí la iba a despedir, no le pareció descabellada.

—¿Hice algo malo?—soltó el cuchillo.

Entonces terminó de entrar a la cocina, apoyándose en una de las paredes, mirándola trabajar. Como tanto lo hiciera Jesús cuando ella ordeñaba las vaquitas. Un ligero terror se le agazapó en la espalda.

—Nada de eso. Simplemente que Luis y yo hablamos, y tenemos una propuesta que hacerle.

Su cabeza se volvió un nudo.

¿Ahora qué?

—¿Una propuesta? ¿Qué clase de propuesta?

Volvió a su labor con las papas, lavándolas y pelándolas.

—Hace unos días le propuse hablar con la madre Gertrude para ver qué posibilidad tenía de que le dieran clases a usted sobre literatura y matemáticas.

—Y yo le dije que no. Espero que no haya cambiado de parecer respecto a mi opinión y le dijera sin mi consentimiento.

Porque ella había sido muy clara esa vez. No haría el ridículo con niños que cogían los temas más rápido que ella, y sentarse en la banca de atrás porque era tan alta que sino no dejaría ver a los demás. Leer y escribir le estaba siendo muy necesario, pero ya miraría que hacer, sin tener que ir a una escuelita.

—No lo hicimos. Antes tenemos algo mejor que ofrecerle—hizo una pausa como si quisiera darle emoción al asunto—Luis y yo seremos sus profesores y le enseñaremos aquí.

Casi se le cae el cuchillo de las manos.

—¡¿El qué?!

—Estuve hablando con el padre Luis. No se preocupe por su secreto, yo no se lo conté—ella lo miró suspicaz.

ENTRE LA CRUZ Y EL CORAZÓN (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora