Capitulo 1

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La noche era terriblemente helada, con un ambiente nocturno tétrico y deprimente. El invierno había arrasado con el otoño, dejando una gran nevada abrazadora. Observé a través de la ventana la superficie blanca que cubría el jardín, y la gran tranquilidad afuera era inquietante.

Solo me preguntaba cuándo llegaría mamá. Ella se esforzaba por trabajar demasiado para pagar la renta de la casa y poner comida en la mesa, pero aún así no ganaba suficiente dinero para cubrir todas nuestras necesidades. Ni siquiera mi trabajo de medio tiempo era suficiente.

Me alejé de aquella fría ventana para acurrucarme en mi cama, cálida y suave. La suavidad de la lana que arropaba mi cuerpo adormeció todo mi ser con su calidez. Me obligué a cerrar los ojos y dejar ir esa sensación deprimente que me causaba pensar en mis problemas.

Escuché un sonido fuerte y retumbante fuera de mi habitación. Respingué del susto, con el corazón en la mano y la respiración agitada. Salí de la cama y abrí la puerta de mi habitación con gran desesperación. ¿Qué estaba pasando? ¿Alguien había entrado a la casa? ¿O se trataba de mi madre?

—¿Mama? ¿Estas aquí? —grité esperando respuestas—¿Mamá?

El temblor de mi cuerpo era incontrolable, no solo por el frío, sino también por el pavor. Tenía un horrible presentimiento de que algo malo estaba sucediendo; no esperaba nada bueno de aquel extraño sonido.

—¿M-Mamá?

En la sala, encontré una silla arrojada al suelo y una linterna encendida que iluminaba la pared. Luego, observé una silueta que colgaba del ventilador del techo y se mecía lentamente, produciendo un agudo sonido por el roce de la soga. Esto fue suficiente para que mi cuerpo entrara en shock. Sentía que me faltaba oxígeno, porque no podía respirar bien y mi pecho subía y bajaba. Los ojos me empezaron a arder y se me nubló la vista, entonces lágrimas cálidas se deslizaron por mis mejillas. Empecé a llorar. Mi mente era un caos. ¿Qué era esa sensación en mi pecho? ¡Dios, basta, basta! ¡YO NO QUERÍA VER ESO! ¿Por qué ella estaba así? ¡¿Qué hacía ella colgada a una soga?! ¡¿POR QUÉ ELLA?! No podía estar muerta. No lo estaba... ¡NO LO ESTABA!

—¡MAMÁ! ¡M-mamá! ¡No me abandones! ¡Tú no por favor!

De repente, muchas voces susurrantes atormentaron mi cabeza. Logré distinguir una voz diferente al resto que me preguntaba: "¿Qué hora es?". Cerré mis ojos y me tapé los oídos, pero esas voces aún no se callaban.

—¿Qué... hora es? ¡¿Qué mierda significa eso?!

Abrí los ojos de golpe y mi cuerpo se estremeció. Estaba temblando descontroladamente. Sentí mi mejilla húmeda y los ojos lagrimosos ¿qué había sucedido?

—Lilith... Lilith, querida.

Un hermoso rostro apareció ante mí vista, pero con una expresión de desesperación. Era mi madre. Se aproximó a abrazarme y besar mi frente con consuelo. La calidez de su cuerpo calmo mi temblor y mis sollozos. Ella era una cura al corazón.

—Solo era una pesadilla. Estoy contigo, amor, estoy aquí.

Solo era una pesadilla. Solo una pesadilla. Aquella pesadilla se sintió... tan vivida.

Abracé a mi madre por la cintura con fuerza y sentí su cuerpo tan delgado que temí que fuera a romperse con un solo movimiento. Sin embargo, el tacto de sus suaves manos acariciando mi mejilla me transmitió paz y tranquilidad.

—No te vayas, mamá—rogué—. Por favor.

—No me iré.

Caí dormida a los pocos segundos.

Desperté por la luz del sol que entraba por la ventana e iluminaba mi aburrida y simple habitación. Mamá ya no estaba, pensé que seguramente había regresado al trabajo o que lo de anoche fue otro de mis sueños y ella nunca estuvo a mi lado. No importaba.

Suspiré cansada y abatida. Me levanté de la cama y vi la hora en el reloj que estaba sobre la cómoda. Eran la 1:30 de la tarde. Solté un suspiro hondo. Corrí al baño para ducharme, luego me vestí y salí de mi casa con mucha prisa. Corrí unos tres kilómetros por la acera y me detuve al frente de un local de comida rápida, donde entré. Allí me encontré con mi jefe, el Sr. Cooper, quien me observó con las cejas alzadas y los brazos cruzados.

—Llegas tarde.

—Voy a trabajar de inmediato, señor.

—Andando.

Pasaron horas de trabajo intenso hasta que llegó la medianoche y finalmente pude volver a casa. Estaba demasiado cansada para ducharme o comer algo, así que simplemente me arrojé a mi cama y caí en un sueño profundo.

A la mañana siguiente, desperté por el estruendo de mi alarma. Eso solo significaba una cosa: ir a la escuela. No me gustaba mucho porque sufría de bullying por parte de un estúpido grupo de tres chicas que se creían dueñas del lugar. ¿Por qué me molestaban? No lo sabía, y en todo caso, no me importaba. No tenía amigos, excepto por un chico al que no consideraba amigo pero tampoco un extraño. Al final del día, mi única preocupación era mi madre, pagar la renta de la casa y llevar comida a la mesa.

Me levanté de la cama y seguí mi rutina habitual. Escuela, trabajo, casa. Y al día siguiente, lo mismo. Así continuó, día tras día, hasta que llegó el fin de semana y me dediqué a trabajar como un burro.


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—¡Lilith!

¿Quién me llamaba? Enfoqué la vista y vi la silueta de mi padre, el sonreía y me saludaba con una mano.

—¡Papá! —exclamé con extremada alegría.

Corrí hacia él con los brazos extendidos y mi padre me recibió con un gran y fuerte abrazo. Cerré los ojos y disfruté cada segundo, guardando en mi mente ese gran sentimiento de felicidad.

—Papá, te extrañé.

Abrí los ojos y descubrí unas piernas. ¿Estaba abrazando sus piernas? Parecía que sí. Me alejé y retrocedí varios pasos hasta detenerme en seco y presenciar la escena desgarradora que me llevó a soltar un gran grito de miedo. ¿Qué demonios veía? ¡Era horrible! No pude contener las lágrimas cuando vi a mi padre colgado.

—No... no es cierto—me dije a mi misma—No es cierto, no es cierto.

El dolor que eso me produjo era indescriptible. Sentía un vacío en mi pecho que de alguna forma me quitaba el oxígeno. Entonces cerré los ojos y, envuelta en llanto, luché por respirar mientras aún lloraba.

En ese momento, recordé que la escena era la misma de siempre. ¿Por qué tenía que repetirse en mi mente? Era una tortura. No quería recordar ese momento, entonces, ¿por qué no paraba de verlo? Deseaba con todas mis fuerzas que alguien me ayudara a salir de ese bucle.

Luego, las voces extrañas volvieron a irrumpir en mi mente. Aún no comprendía de dónde provenían o lo que decían. Era muy irritante. ¿No podían callarse por un momento?

Entonces desperté, pero no de ese sueño si no en mi sueño.

—Esto... es—murmuré abriendo mis ojos—... ¡Es un puto sueño!

Todo cayó en un gran y profundo silencio. No había nada ni nadie. Mi padre ya no estaba y mi deseo de no oír esas voces se cumplió. Ahora solo existía un silencio sordo agudo.

—Sí es un sueño—dije limpiando mi mejilla de las lagrimas—, estoy en mis sueños...

Con el rabillo del ojo, capté a un tipo que caminaba en mi dirección. Era un joven de cabello negro, muy pálido y algo delgado, pero con músculos definidos. ¿Quién era esa persona? ¿Y cómo había llegado aquí? Levantó la cabeza y pude observar detenidamente su rostro. Oh Dios, era extremadamente hermoso. Su piel parecía de porcelana y su rostro estaba moldeado como si lo hubieran creado los dioses del Olimpo. Tenía los ojos medio rasgados y una mirada hipnótica de cazador.

—¿Quién... eres tú?

Él sonrió.

—Estas despierta, mi Lilith—susurró—. Ya quiero verte.

Un miedo profundo invadió mi ser y entonces pregunté:

—¿Qué hora es?

Desperté.

Don't be cryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora