Capitulo 1. El Niño y el Oso (2/2)

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Pasado un rato, el hombre, bostezó y apagó la televisión, hasta que vio el reflejo de su televisor y vio a Juan Alex detrás de la ventana. En ese momento, el hombre empezó a gritar muy fuerte. Juan Alex no entendía lo que sucedía, hasta que varias personas más salieron de sus casas al escuchar el grito de uno de sus vecinos, y vieron a Juan Alex y todos empezaron a gritar con mucha fuerza, asustando en gran medida a Juan Alex, quien de inmediatamente corrió hacia el bosque nuevamente.

Ante el peligro inminente que se manifestó sobre él y su fiel amigo Sakumo, Juan Alex, movido por un instinto primario de supervivencia, se lanzó a correr a cuatro patas a través del bosque, con una velocidad y agilidad más alta que la de cualquier felino. Sus músculos se tensaban con cada zancada, mientras sus ojos escudriñaban el entorno en busca de un refugio seguro.

Mientras corría desesperadamente a través del caos y la destrucción que asolaban el bosque, Juan Alex buscaba frenéticamente a su amigo Sakumo, llamándolo con voz desgarrada. Sus ojos escudriñaban cada rincón, cada sombra entre los árboles, en un intento frenético por localizar al oso que tanto quería.

━¡Sakumooo!━Gritaba Juan Alex desesperadamente, mientras corría.

Fue entonces, en medio de la penumbra del bosque, que sus ojos avistaron a Sakumo, erguido en una rama elevada de un antiguo roble, ajeno al caos que se desataba a su alrededor. Sin titubear, Juan Alex elevó su voz en un llamado desgarrador, impregnado de urgencia y temor.─

¡Sakumo! ¡Baja rápido de ahí! ¡Tenemos que escapar!─Sus palabras resonaron entre los árboles, como un eco de desesperación que buscaba romper el destino de la tragedia que se avecinaba hacia ellos.

Pero en ese instante crucial, el bosque se estremeció con la llegada de las patrullas y vehículos militares, cuyas formas imponentes y amenazadoras se abrían paso entre los árboles, disparando sus proyectiles que concluían en intentos de lograr darle a Juan Alex a larga distancia, así sembrando la destrucción a su paso. Juan Alex, con el corazón latiendo desbocado en su pecho, imploraba a Sakumo que descendiera, hasta que finalmente, Sakumo caería del árbol, y Juan Alex lograría atraparlo en sus brazos, y  así continuando con su carrera.

.Mientras corría desesperadamente, un misil cayó repentinamente cerca de ellos, desatando una explosión que lanzó a Juan Alex por los aires, haciéndolo chocar violentamente contra un árbol. A pesar del impacto, se aferró con firmeza a Sakumo, protegiéndolo con su propio cuerpo para evitar que resultara herido y recibiendo todo el impacto de la explosión en su espalda.

En medio del caos y la destrucción, los soldados salieron de sus vehículos blindados y se acercaron al lugar donde Juan Alex y Sakumo yacían en el suelo. El pequeño niño, con el oso entre sus brazos, se encontraba boca arriba, mostrando una valentía que contrastaba con su fragilidad en aquel escenario desolador.

─Sakumo, todo estará bien, yo te protegeré... ─Murmuró Juan Alex con determinación, volteándose para resguardar al oso con su propio cuerpo, poniéndose encima de el.

En ese instante, un soldado de élite, imponente en su armadura superpesada e inteligente, aprovechó su fuerza sobrehumana para agarrar a Juan Alex por su vestimenta, diciendo las siguientes palabras:
─Te devolveremos el 1% del mal que le has hecho al mundo.Dijo el soldado con una voz amenazante ara luego arrojarlo con violencia contra un árbol a una larga distancia, dejando a Sakumo desprotegido y vulnerable ante el peligro inminente.

A pesar del dolor y la confusión, Juan Alex se levantó con rapidez, pero su valentía se vio ensombreció por la tragedia que se desencadenó a continuación. Múltiples tanques dispararon sus mortales proyectiles hacia Sakumo, destrozando su frágil cuerpo y provocando un dolor insoportable en el corazón de Juan Alex al presenciar la muerte de su fiel compañero, su única compañía durante tantos años.

─¡SAKUMOOOO!─El grito desgarrador de Juan Alex resonó en el bosque, seguido de una cascada de lágrimas que brotaban de sus ojos, reflejando el dolor y la desesperación que lo embargaban. Con el corazón destrozado y la mente nublada por la furia y el dolor, se abalanzó hacia los soldados, un torrente de emociones encontradas que lo impulsaban a la acción.

Con una determinación feroz, Juan Alex se enfrentó a los soldados con destreza sobrehumana, los soldados trataban de dispararle con pistolas y ametralladoras, pero Juan Alex era más rápido que sus ojos y no podían darle. En un acto de rabia, se abalanzó sobre un tanque, golpeando la puerta de metal con una fuerza descomunal, empujándola hacia adentro con sus golpes y aplastando al soldado que estaba dentro.

Sin detenerse, continuó su frenesí de golpes y patadas, hasta que una patada certera en el pecho lo hizo chocar contra un árbol en un último acto de resistencia antes de sucumbir al agotamiento y al dolor que lo embargaban.

En lo alto de una imponente muralla de roca, erguida a más de mil metros sobre el suelo y alejada del denso bosque circundante, se divisaba un misterioso individuo. Este hombre, de cabello marrón oscuro, ojos de un profundo color morado, piel pálida y una figura esbelta marcada por algunas arrugas, vestía una chaqueta de poliuretano negra abierta, una camisa azul, pantalones negros y botas marrones. Su nombre era Ro, y desde su posición privilegiada, observaba con detenimiento la escena que se desarrollaba a lo lejos.

─Es el hijo de Juana Alexa... Qué recuerdos tan entrañables me trae recordar aquellos momentos. Juana Alexa fue mi alumna favorita en su tiempo y con la que mejor me llevé, fue un orgullo para mi verla crecer hasta tener un hijo, adorable como ella, lástima que tendrá el mismo destino que su madre.─Reflexionaba Ro viendo la situación con su gran visión, sumergido en sus más profundos pensamientos.

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Juan Alex yacía en el suelo, su mano extendida hacia arriba cerca de su rostro en un gesto de vulnerabilidad, mientras observaba al hombre que lo había pateado.

El hombre tenía el cabello marrón oscuro, ojos del mismo tono, piel clara y una figura esbelta de 1.85 metros de estatura. Vestía una chaqueta cerrada de color dorado con franjas azules, pantalón del mismo tono con rayas azules y elegantes botas doradas con detalles en azul. En su espalda, llevaba una espada con forma de luna enfundada.

─¿P-padre?─Murmuró Juan Alex con voz débil, mientras se arrastraba un poco hacia atrás hasta quedar recostado contra un árbol.

─Haré que te arrepientas de haber venido al mundo, Kurema.─Después de pronunciar esas palabras, Mat desenvainó su espada rápidamente. Con un movimiento veloz y agresivo, ejecutó un corte letal que vino acompañado de una explosión proveniente de la hoja. Una cortina de humo cubriría a ambos individuos, pero varias gotas de sangre saldrían de ahí. 

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⏰ Última actualización: May 24 ⏰

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