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Con el cantar de los gallos, el sol comenzaba a asomarse imponente tras el cielo, anunciando el inicio de una nuevo día, y con ello, un nuevo día de arduo trabajo para cierta ranchera.

O más popularmente conocida, como la marihuana, aunque en la actualidad, muy pocos la seguían llamando por ese apodo, agradezcan a su adorada esposa.

Que no quería que sus hijas se vieran mal influenciadas por su pasado.

Como cada mañana, Tzuyu despertaba desde temprano para salir de casa, y poder empezar con sus labores en la hacienda.

La hacienda Zhou, lugar del cultivo de naranjas más grande del país.

Que curiosamente a ella ni le gustaban más naranjas.

Detuvo su imponente camioneta negra frente las puertas de la hacienda, sus trabajadores ya comenzando con sus labores mucho antes de que ella siquiera llegara.

Con una sonrisa, se dispone a bajar del vehículo, colocándose su sombrero marrón, lista para comenzar a trabajar. Aunque ella ya no tuviera la necesidad de hacerlo.

Fácilmente solo podría dedicarse a dar órdenes, algo con lo que siempre soñó, sin embargo, y con el pasar de los años, aprendió que tipo de persona quería ser.

Un ejemplo de superación, un ejemplo para sus hijas.

Tzuyu miró por última vez su camioneta, ahora completamente vacía sin ella adentro.

Como desearía que sus hijas se interesaran por esto, mínimo que nuevamente su esposa lo hiciera.

Muchas cosas cambiaron, lastima que no todas para bien.

—¡Buenos días, muchachos! ¡Prepárense que tenemos un largo día por delante! —Gritó hacia su gente, con una gran sonrisa en el rostro.

—¡A sus ordenes, jefa!

[...]

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Son como marihuanos. || Satzu AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora