El día había sido largo. Lo suficiente para saber que lo único que deseaba en ese momento era llegar a mi casa, preparar un gran recipiente con palomitas y frituras, un gran vaso de gaseosa y sentarme en la sala a ver un juego de golf. Eso era todo. Era lo que necesitaba y quería. Mire el reloj avanzar los últimos 10 minutos de la manera más lenta posible, todo a la espera de las anheladas cinco de la tarde. La mayoría de mis compañeros ya tenían todas sus cosas listas para ir a casa, todos habían dejado de trabajar hace rato, pero seguían ahí esperando que sean las cinco. El minutero seguía avanzando, y el cansancio del día pesaba más y más en mis hombros.
- ¿Esteban? - La más maravillosa y dulce voz de toda la oficina, llamaba a mis espaldas, gire la silla para ver ahí sentada junto a mí a Mónica, sonreía de la manera más hermosa en el mundo y sentí como el tiempo paso aún más lento de ser posible, porque de ser posible congelaría ese momento en una fotografía, con tal de tener esa sonrisa. - ¿Vas de aquí para tu casa?
-Si- No lo pensé. La respuesta llego antes siquiera de que ella terminara la pregunta. Volvió a sonreír.
- ¿Te puedo molestar? - Pregunto con dulzura bajando un poco más la voz.
Las veces que quieras. Me miro esperando la respuesta. Me estaba demorando demasiado. Porque puñeteros carajos no podían decir nada. Asiendo con la cabeza. Esperaba ella siguiera hablando.
- ¿Me puedes llevar a mi casa? – Pregunto bajito y apoyando una mano en mi antebrazo. Volví a ascender. Ella sin prestarme mucha atención siguió hablando y yo como idiota seguí ascendiendo a todo lo que decía. – Vale, muchas gracias.
Y así como llego se fue. Fue entonces cuando todos mis compañeros se levantaron de sus puestos y cual estampida salieron hacia los ascensores. Algunos más saludable bajaron los tres pisos por las escaleras. Tome mi maletín de la silla de la manera más lenta y pensada posible, alargando el tiempo a la espera de Mónica.
-Vale, vamos. - Dijo al reaparecer a mi lado, minutos después de las cinco cuando ya toda la oficina se encontraba afuera. Llevaba un gorro para el frio y un abrigo color rojo que la cubría hasta un poco más debajo de las rodillas. Camine a su lado, mientras ella hablaba y hablaba de lo largo del día. -Se que mi casa no queda precisamente en tu camino a casa, pero no sabes cómo te agradezco que me lleves. Tengo un poco de afán, y Stephany no pudo llevarme esta vez. – Sonrió de nuevo y yo ascendí de nuevo. - ¿Qué tal tu día?
-Bien.
-Que bueno.
Silencio. El ascensor llego al otro lado del pasillo, y caminamos hasta él. En silencio. Mónica se fijó en la hora en su celular, y cada dos minutos revisaba la hora. Llegamos al parqueadero en el momento exacto en que había tomado el impulso de preguntarle que era eso tan importante que tenía que hacer. Troto hasta mi auto y me apuro en que subiera. Una vez dentro, con el aire acondicionado prendido en cálido, nos dispusimos a salir del edificio. Mónica de nuevo miro su celular.
-Mónica, -empecé diciendo, llamando su atención. Ella volteo a verme- Si no es muy atrevido, ¿te puedo preguntar porque tanto afán?
-Ah si claro, - Dijo seguido de un movimiento de mano despreocupado. Con la otra mano sostenía su celular a la altura de sus ojos- Tengo un compromiso y no quiero llegar tarde.
-Ok.- Dicho eso no volvimos a hablar. Ella alternaba su mirada entre el celular y el camino, yo la alternaba entre el camino y ella. Sonreía de vez en cuando y luego cansada, bajo el celular y prendió la radio. Sonaba una canción de Mumford and son de fondo, no la conocía, pero por el gesto que hizo asumí que le gusto y por eso la dejo. Seguí manejando hasta llegar a la portería de su edificio. Detuve el auto y antes siquiera de tener tiempo de apagar el motor Mónica quito el seguro de su puerta, se giró para sonreír decir gracias y salir corriendo. La vi subir al trote los 12 escalones hasta la puerta principal y luego desaparecer por una puerta de vidrio. -Idiota. – Deje caer mi cabeza pesadamente en el volante haciendo que el pito sonara levemente, a su vez el marcador de gasolina se puso en rojo al mínimo. -Doble mente idiota- Dije y gire al asiento trasero en busca de mi celular para buscar la gasolinera más cercana.
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79 citas & 1.001 ciudades
ChickLitMaría Camila, cuenta con una lista de cosas que quiere hacer antes de morir. Desde comer pasta en Italia hasta practicar paracaidismo en algún remoto lugar de Latinoamérica, pasando por ciudades para conocer y finalmente con una lista del chico idea...