Parte unica

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ᅳ Bueno, su bebé no tiene ningún problema, aquí ᅳ señaló ᅳ es la cabeza de su hijo y esta mancha sus piernas. Al parecer su bebé es muy tranquilo, así que disfruten antes de que comience a dar patadas más prolongadas en pocas semanas ᅳ sonrió y le tendió una toallita al esposo del joven que se encontraba acostado con su enorme barriga llena de gel ᅳ listo, puede limpiar a su esposo. Esperen a fuera, en un momento les doy las imágenes de su ecografía.

Ambos hombres asintieron mientras salían, el hombre embarazado caminaba despacio tomado del brazo de su marido.

ᅳ¿Quién sigue? ᅳ miró su carpeta y leyó la lista ᅳ Señor Wannakorn, ¿aún no tiene ganas de orinar?

El joven de cara pequeña negó mientras seguía tomando agua, al lado se encontraba su esposo algo alterado. Al parecer eran padres primerizos y eso le causaba algo de ternura al doctor, y eso se añadía a su lista de las cosas que amaba de su profesión.

Otra de las cosas que amaba de ser doctor era la cantidad de gente que conocía y que estaba por conocer. Padres ansiosos por la llegada de su primer, segundo, o tercer hijo; la cara de felicidad que poseían cada vez que veían una mancha en la pantalla, era aquello que podía denominarse amor ciego.

Poco a poco las horas fueron pasando, así como sus pacientes. Realmente necesitaba un descanso, pero cuando salió de la sala de ultrasonidos se encontró con un último paciente sentado en una silla negra, con una botella de agua (casi vacía) entre sus manos.

ᅳ Es mi turno, doctor ᅳ dijo el joven.
Nunew reaccionó después de unos breves segundos. No era común ver al hombre por los pasillos del hospital, había pasado dos meses desde la última vez. Era muy lindo y joven, su aspecto era adorable ahora que estaba esperando, con mejillas rosas y cadera más ancha de lo normal.

ᅳ Adelante, señor Panich.

Normalmente las personas embarazadas vienen acompañados de un padre o pareja, para que sea su apoyo durante el proceso. No era algo que se pudiera apresurar, y Nunew estaba dispuesto a darle la mejor atención de todas. Así que aunque Zee negó su ayuda, lo cargó para acostarlo sobre la camilla. Aplicó con delicadeza el gel frío sobre la pelvis y colocó el aparato sobre el mismo.

ᅳ¿Ansioso, señor Panich?

—No más que usted, doctor ᅳ respondió el embarazado.

Y era verdad, Nunew estaba algo ansioso por realizar el ultrasonido. Zee a penas había cumplido las once semanas de gestación, un lapsus tan cortito y a la vez tan largo. Un tiempo lleno de dudas, felicidad, angustias, lágrimas y risas, un montón de sensaciones que podía provocar un pequeño pedazo de ser no más grande que un pasita.

La pasita con el latido más poderoso del mundo.

Lub-dub...

Nunew se quedó quieto presionando el transductor sobre la piel de Zee.

ᅳ¿Eso... fue... ?

De nuevo:

Lub-dub... lub-dub... lub-dub...

ᅳ¿... el primer latido de nuestro pequeño?

Asintió con una sonrisa extraña en su rostro. Su cara se estaba arrugando debido a las intensas
ganas de llorar, así que tuvo que quitarse los guantes para poder limpiar sus lágrimas que no se detenían. ᅳ¿Cielo, estás llorando?

Nunew no respondió y se acercó para besar a su hermoso esposo, tomando su mano y besándola también. Se quedó en silencio unos minutos sin separarse de Zee, hasta que se tranquilizó. Ambos tenían la nariz roja y la cara empapada, compartiendo esa felicidad desbordada.

ᅳ Realmente seremos padres ᅳ afirmó mirando a su esposo ᅳ, de verdad aquí hay un pedazo mío y tuyo, nuestro... con un corazón ᅳ dijo pasando una mano sobre el vientre del embarazado.

ᅳ Así es, Nu ᅳ besó a su marido ᅳ, somos papás de una pasita.

Fin.

El latido de una pasita | znnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora