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.Kagome jamás se imaginó lo enorme y elegante que era el hogar de Irasue.
El palacio era una mansión. Un enorme castillo con una sofisticada decoración que solo apreció en los libros de historia que una vez estudió en la escuela.
La mujer estaba impactada por todo lo que apreció, pues ni en esta ni en su otra vida imaginó que un ser pudiese tener todo lo que ella poseyó.
Un poder sin igual y una fortuna irreal que solo le perteneció a la señora del oeste. A la única e incomparable dueña del oeste.
—Siéntate —le ordenó, al percatarse que la mujer se perdió en todo lo que observó. Era evidente su asombro, pues no era normal apreciar todo el lujo que ella tenía—. No es bueno para ti que estés de pie. Eso le puede hacer daño al bebé; aunque dudo mucho que eso le afecte al cachorro, ya que si fuera el caso, no brindarías encima de mi hijo.
—¡¿Qué yo qué?!
—Lo que escuchaste, humana —espetó, pasando a su lado para sentarse en su cómodo sillón—. Hasta aquí huelo la excitación que despertó, al simplemente hacerte la mención de Sesshōmaru —arguyó, cuando sus ojos se posaron en la nerviosa mirada de la mujer—. ¡¿Qué!? ¿No me lo quieres confesar?
—No, es que yo no... —balbuceó, honestamente no sabía ni qué decir. Nunca, ni siquiera con su grupo de amigas en la escuela o con Sango que era su mayor confidente, la confrontaron en un tema que únicamente le pertenecía a ella. Su intimidad solo era asunto de ella y del demonio que la hacía gritar de felicidad—. Bueno, yo nunca he... Es que usted es... A mí me da-
—Deja de darle tantas vueltas al asunto. Además, no necesito que me digas nada, sé la razón de tu deseo desenfrenado por él —confesó, ya que en realidad ella jamás necesitó una explicación—. Por eso, es que te pedí que vinieras conmigo. Al ser tú una humana, puede que su poder al momento de tener sexo contigo, estando embarazada, te despedace hasta el alma; sin embargo, como eres una sacerdotisa, tu poder espiritual puede ser que lo contenga. Aun así, nunca estarán de más mis palabras. Sobre todo porque en tu vientres llevas a mi nieto, que para mi buena o mala suerte será un demonio con poderes espirituales. ¡Vaya, dónde se habrá visto esto!
Kagome no comprendió absolutamente nada de lo que Irasue comentó; así que, simplemente parpadeó; aunque su mente comenzó a intentar procesar lo que escuchó.
¿Qué tenía que ver su deseo por él en todo esto? ¿Por qué se lo mencionó? ¿Es que acaso este cambió? Bueno, pensándolo bien su lujuria sí aumentó, pues un incontrolable calor despertó desde que su vientre se cargó, algo incontrolable que solo apaciguó al estar entre sus brazos.
A decir verdad, antes de saber su estado de gestación, ella repelió aún más el contacto físico con el que en ese entonces era su marido. Ella no es que sostuviera mucha intimidad con InuYasha, pues la última vez que estuvo con él fue la noche en la que Sesshōmaru también la tomó. La noche en que probablemente la cargó. No obstante, hasta ese instante, nunca pensó que después de eso, ella jamás se le acercó al hanyō y él jamás la buscó. Es más, hasta más distante se volvió su relación; aunque él no dejase de ser sobreprotector con ella.
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Tú, eres mía [SesshOme]
FantasyColección de drabbles, viñetas, one-shot e historia cortas inspiradas en: Sesshōmaru y Kagome. Disclaimer: Los personajes de «InuYasha» pertenecen exclusivamente a Rumiko Takahashi. ⚠️¡Advertencias!⚠️ ◾Contenido explícito +18 ◾Lenguaje obsceno ◾Tem...